El equipo sin alma (I)

Desde 1917 el Madrid no ganaba el Campeonato de España. Diecisiete años a la sombra del Club más poderoso, el Athletic Club de Bilbao, campeón las cuatro últimas ediciones, en dos de cuyas finales, ambas celebradas en el Estadio de Montjuic, había ganado al Madrid por la mínima.

Tras la final de 1930, resuelta 3-2 con un gol del vasco Lafuente en el minuto 115, la prensa vasca había acusado a los madridistas de comportarse con violencia extrema, aunque de los dos expulsados uno lo había sido a cada equipo. A la final de 1933, que el Athletic ganó 2-1 superando la inicial ventaja madridista, acudió el Madrid con un equipo completamente renovado. Sólo Lazcano, delantero y autor del gol madridista, había formado parte del equipo que disputó la final de 1930, en la que también marcó para el Real un tanto que, a la postre, no sirvió de nada.

11En el nuevo equipo del Madrid, junto al portero Ricardo Zamora, fichado en 1930 al Deportivo Español por 150.000 pesetas (valor casi equivalente al coste de la construcción del Campo de Can Rabía, en la carretera de Sarriá) brillaban los jugadores vascos, principal cantera del fútbol español. La inexpugnable defensa que ascendió al Alavés a primera división en 1930, fue fichada en bloque por el Madrid al año siguiente, donde destacaban el eibarrense Ciriaco y el baracaldés Quincoces. Hormigón del norte para escoltar al divino Zamora, sin duda, el trío defensivo más sólido jamás visto en el fútbol español. Santiago Bernabéu, delegado futbolístico del Club en aquella época, había promovido su fichaje en ejecución de una política, impulsada por Pablo Hernández Coronado desde la Secretaría Técnica, que superando visiones estrechas y castizas marcaría en adelante la filosofía y la esencia del Madrid ganador: Contar con los mejores en nuestras filas, sin importarnos el azar del lugar donde nacieron. “¿Y por qué de su región, y no de su provincia, o de su pueblo, o de su barrio? -escribiría Coronado mucho tiempo después, ya en la época de Di Stéfano, Kopa y Rial, ironizando tanto sobre el Athletic como sobre los aficionados que criticaban al Club por traer jugadores extranjeros- Con los jugadores extranjeros pasa lo propio. ¿Y por qué no? Cuando en el campo me arrebata una jugada ligada o un remate fulminante, no espero para entusiasmarme a que me llegue el recuerdo de la partida de nacimiento de los ejecutantes, aunque algún memo de esos que se creen los monopolizadores del patriotismo diga que a mí me falta”.

12Ese mismo año, coincidiendo con la proclamación de la República, el Madrid fichó a Olivares, delantero del Alavés, y a Luis Regueiro. Buen goleador pese a ocupar la posición del interior derecho, el irundarra contaba 23 años, la misma edad que tendría, cuando fue fichado al año siguiente, su hermano Pedro, que jugaba en la misma posición que hoy ocupa su paisano Xabi Alonso. Ambos hermanos jugaban en la Real Unión Club de Irún, uno de los más laureados equipos de la época, Campeón de España en 1918, 1924 y 1927. Allí habían coincidido con quien fue la primera gran figura de los de O’Donnell, el gran René Petit, que tras ayudar al Madrid a ganar el último campeonato de España que guardaba en sus vitrinas, había hecho el camino contrario al que, simbolizando el cambio de paradigma en el fútbol, hacían ahora los Regueiro.

13La nueva política del Madrid, que previamente había defendido la profesionalización del fútbol frente al amateurismo marrón que aplicaba el Barcelona con su tradicional hipocresía, y había sido un impulsor decisivo para la creación del campeonato de Liga, venciendo la inicial resistencia del conjunto catalán, opuesto a otro campeonato nacional, había provocado gran irritación en las dos regiones hegemónicas del fútbol nacional: Cataluña y el País Vasco.

Para un Barcelona en horas bajas, el Madrid representaba el enemigo exterior al que achacar la culpa de los propios fracasos, debidos a su incapacidad de adaptación a la evolución del fútbol como espectáculo de masas, que el Madrid había anticipado con acierto. El Barcelona se lo iba a hacer pagar años después, en 1936, cuando el fútbol dejara paso a la masacre como espectáculo favorito de los españoles, vetando la participación del Madrid en el campeonato catalán, que estaba a salvo de la contienda, a pesar de la conformidad del resto de los clubes de la Federación Catalana.

El Madrid era el enemigo jurado ancestral para el Athletic Club. Los bilbaínos reivindicaban una especie de derecho de pernada sobre los jugadores nacidos en Euskadi, y consideraban un atraco la política de fichajes de los blancos, que a la sazón jugaban en Chamartín de la Rosa, un pueblecito lindante con Madrid. El Athletic había llevado el enfrentamiento a la Asamblea de la Federación, donde su representante protestó airado, “Los jugadores los producimos nosotros y no es justo que nadie se los quiera llevar”, sin conseguir otra cosa que sufrir la respuesta mordaz de Hernández Coronado: “En cambio nos tenemos que llevar vuestro hierro aunque no queramos. Además, ¿No vais vosotros a los toros, a pesar de no producir toreros?”. Aunque ambos equipos estaban soportados por campos equivalentes de casi 18.000 localidades, claramente superadas por las 25.000 del campo del Barcelona, el Madrid era descalificado como el club del poder, el que recibía el apoyo oculto de los sucesivos gobiernos, el de los ricos, “el equipo del millón”, un club sin espíritu ni identidad, nacido de una ciudad de vagos, capitalistas y cortesanos, que, robando a los vascos sus propios recursos, se había apuntado el triunfo en las Ligas del 32 y el 33. A pesar de lo limitado de los medios de comunicación de masas de la época, la propaganda contraria debía haber hecho mella, pues tanto el Presidente Usera como Hernández Coronado señalaban lo paradójico de que mientras los equipos de fuera hacían sus mejores taquillas -y no había otra fuente de ingresos- con la visita del Madrid, por todas partes se le dispensaran los recibimientos más hostiles.

Los enfrentamientos tanto deportivos como extradeportivos, habían elevado al Madrid y al Athletic Club a la categoría de máximos rivales del fútbol español. Terminada una Liga de diez equipos, ganada por los vascos en la última jornada con dos puntos sobre el Madrid; y disputados los campeonatos regionales de los que se obtenía la clasificación para el Campeonato de España, los máximos rivales se dispusieron, una vez más, a resolver en la Copa la cuestión de la hegemonía del fútbol español.

Era el año 1934, y el Campeonato de España transcurría por fechas más tempranas que las habituales con motivo de disputarse durante el mes de junio la Copa Mundial de Selecciones en Italia. Como respectivos campeones regionales, el Madrid y el Athletic Club estaban excluidos de la eliminatoria de dieciseisavos. En la eliminatoria de octavos el Madrid eliminó con un rotundo 8-1 a un Ath. Osasuna que venía de apear por 3-1 al Athletic de Madrid. A su vez, el Athletic Club despachó al Zaragoza por un demoledor 10-2. Así, cuando, para fortuna de los restantes equipos, el sorteo de cuartos de final enfrentó al Madrid y el Athletic, todo el mundo consideró aquel duelo como la auténtica final anticipada.

(Continuará)

3 comentarios
  1. bigfoot
    bigfoot Dice:

    Buenos días.
    Siempre soñé con encontrar un rincón donde poder empaparme de estos maravillosos episodios de la historia de nuestro Real Madrid, quiero conservarlos, coleccionarlos y guardarlos como algo que no se puede perder o extraviar para que alguien en un futuro (mis hijos o nietos) pueda embeberse de su excepcional historia, que tengan donde poder contrastar contra tantas y tantas insidias inventadas sin la menor solidez histórica.
    Agradezco la oportunidad que nos brindan y les animo a que publiquen más artículos como este. Muchas gracias.

  2. Eselsdistel
    Eselsdistel Dice:

    Magnífico trabajo de documentación, muchas felicidades al autor. Parece mentira que sean aficionados del equipo los que hagan estos trabajos y en la prensa sólo quede Bernardo Salazar y de uvas a peras. Si realmente todos los madridistas conocieran en profundidad la historia de su equipo la pipas no estarían estigmatizadas, y el Bernabéu no sería una caricatura de si mismo.

  3. felipe rodriguez garcia
    felipe rodriguez garcia Dice:

    Les felicito por estas paginas de la historia,y les animo a seguir escribiendolas,por que queramoslo o no son tambien paguinas de la historia de este pais,lo digo como lector asiduo de historia,y va siendo hora que se conozca la historia objetiva sin ningun tapujo.HALA MADRID

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