El Equipo sin Alma (y IV)

El Equipo sin Alma (y IV)

Sin título-1

 

 

 

Despachó el Madrid la vuelta de las semifinales con una faena de alivio, o quizá fuera que a Juan DEPORTISTA, al que seguimos en las crónicas de Chamartín, no le gustaba demasiado este equipo, al que hacía quince días había bautizado “el equipo sin alma” tan injustamente como demostraron los acontecimientos que sucedieron al empleo del epíteto, y estaría más a gusto con once madrileños rasos en la alineación.

 

 

Bajo una lluvia torrencial se adelantó el Betis a cinco minutos del final de la primera parte. Dos goles de Samitier en el segundo tiempo, el primero al recibir un balón que, despejado por el medio Larrinoa, rebotó en el árbitro Vallana, y el segundo rematando de tiro cruzado un pase de Hilario, sirvieron para que el Madrid resolviera a su favor la contienda.

 

Sin título-2

 

Para sorpresa de propios y extraños, en el campo de Buenavista, completamente encharcado, el Valencia, que a punto estuvo de perder el partido de ida en Mestalla, ganó 1-3 al favorito Oviedo, una de las mejores líneas de ataque del campeonato, en la que jugaba Lángara. Todos los goles llegaron en la segunda parte.

 

Madrid y Valencia estuvieron inmediatamente de acuerdo en que la Final del Campeonato de España se jugara en Barcelona. La considerable diferencia de distancia entre ambas capitales y Barcelona constituía, en aquellos tiempos, una sustancial ventaja del equipo levantino a la hora de desplazar seguidores a la final.

 

El domingo 6 de mayo, 50.000 personas llenaban Montjuich, el mayor estadio de España. Alrededor de 10.000 habían venido de Valencia. De Madrid había la mitad, a pesar de los esfuerzos desplegados y de los dos trenes especiales que, de acuerdo con el Club, pudo preparar la Compañía de ferrocarriles MZA.

 

 

Brú alineó a Zamora, Ciriaco Quincoces; P.Regueiro, Bonet, Leoncito; Lazcano, L.Regueiro, Samitier, Hilario y Eugenio.  Ni la línea media ni la delantera del Madrid estuvieron especialmente inspiradas. Tampoco el árbitro catalán Vilalta, que anuló un gol a Regueiro por un fuera de juego inexistente, pues el balón lo había enviado el valencianista Pasarín, y se comió un penalti clarísimo de Bertolí a Eugenio. En el descanso, con el empate inicial campeando en un marcador que las crónicas calificaron de justo a pesar de haber enviado Hilario un balón al larguero poco antes del tiempo reglamentado, hubo sus más y sus menos en el vestuario. Al principio de la segunda mitad, una indecisión entre Quincoces y Zamora permitió a los delanteros valencianistas adelantar a su equipo en una jugada en la que quedó lesionado el portero del Madrid. Al gol sucedieron momentos en los que pareció que el Valencia podría ganar la final. Pero el Madrid consiguió reponerse moralmente y por fin apareció su superioridad técnica. Veinte minutos de juego primoroso decidieron la final. El canario Hilario vengó el tiro al larguero haciendo un gol a lo grande, calificado de “gol de final”. Era el minuto veinticinco. Dos minutos después, Lazcano, finalizando una gran jugada de Samitier, envió un tiro cruzado a la derecha del portero, yendo el balón a las mallas tras golpear en el poste.

 

Sin título-3

 

 

 

Por su valor de referencia para la actualidad, reproducimos aquí dos de entre las las numerosas declaraciones recogidas al final del partido. El árbitro, ofreciendo unas explicaciones de su actuación que hoy le resultarían prohibidas:

 

 

Un joven directivo del Madrid, Santiago Bernabéu, que, con palabras dichas hace 79 años, nos demuestra que desde siempre, así cuando pierde como cuando gana, el Madrid ha criticado a los árbitros cuando lo han merecido:

 

 

Nota a las ilustraciones del cap. IV

 

1)     Durante el segundo tiempo, el meta bético Urquiaga detiene un balón por alto. En el viejo Chamartín, el Madrid juega con pantalón azul en deferencia al Betis.

2)     Disparo de Hilario sin consecuencias en el marcador.

3)     Gol de la victoria, obra de Samitier.

4)     0-1 para el Valencia. Quincoces cede un balón comprometido a  Zamora y los delanteros valencianistas se adelantan. El Valencia, pro cierto, juega de color burdeos con la señera.

 

Ilustraciones procedentes de los archivos del semanario Mundo Gráfico (vía web Historia del Betis) y Hemeroteca del diario ABC.

1 comentario
  1. mourinhista
    mourinhista Dice:

    La leyenda del Real Madrid comenzó en 1953, con la llegada de Alfredo di Stéfano, la Saeta Rubia, el mejor futbolista de todos los tiempos…..

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta