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Con los socios del Real Madrid. Primera recogida de firmas. 22.08.2013

pancarta pegatinas(22 de agosto de 2013, Trofeo Santiago Bernabéu)

Por @DiosaMaracana

 

Muchos se han interesado acerca de la acción que llevó a cabo Primavera Blanca en el Santiago Bernabéu el pasado jueves, 22 de agosto (recogida de firmas de socios del Real Madrid). Tengo el gusto de relatarles brevemente cómo transcurrió todo.

 

Vísperas

¿Cómo pegamos los carteles?

─ Con silicona. Los pegamos con silicona, que para eso la hemos traído nosotros.

─ ¡Hala, animal! Tú que quieres, ¿que nos prohíban la entrada al campo hasta que limpiemos todas las columnas?

─ Pues la cinta esa de embalar que traéis vosotros es una porquería. En cuanto le dé el sol, se despega. ¿No ves que las columnas tienen tratamiento de ése antipintadas que no deja que se adhieran?

Porque tú lo digas. Además es transparente, para que se pueda ver el cartel completo. Y mírate los carteles del Campus del Madrid que hay por ahí, llevan todo el verano y no se han caído.

─ Porque la cinta es de otra clase, que pareces el Messi!

Afortunadamente, nuestros chicos tenían un tercer sistema que funcionaba de maravilla, no dejaba señales en la pared después de retirarse y sujetaba a la perfección el cartel.

Lo siguiente fue repartirse en los grupos. De a dos. Mientras uno preparaba los carteles para ser pegados, el otro, con una escalera portátil, se iba a pegarlos a una altura en la que no pudieran ser arrancados por coleccionistas, gamberros o becarios.

Los grupos estaban coordinados de dos en dos. Uno preparaba carteles para pegar sobre el reverso (Asóciate) y otro lo hacía por el anverso (este es tu escudo) que se iban alternando en su posición.

Así fuimos dejando engalanada la parte que a cada uno correspondía en el exterior del Estadio.

Esa noche, todos nos fuimos a dormir con la incertidumbre de si al día siguiente seguirían los carteles pegados en las paredes del Bernabéu.  ¡Habíamos elegido los mejores lugares! A la mañana siguiente, con la luz del día, podían verse incluso desde La Castellana. Incluida el saludo de bienvenida, que uno de los grupos de carteleros dejó preparado a los reporteros gráficos

acceso prensaBienvenidos chicos de la prensa al Estadio Santiago Bernabéu

 

El día D

¿Pero para qué le vas a quitar los plásticos a los paquetes de folletos? Así va a ser más difícil entregárselos a los voluntarios. Se les caerán…

Es que son muchos paquetes y pesan demasiado.

Pues llevemos los más pequeños, y el resto para las otras fechas…

¡Coge todas las pegatinas!

¿Las dos mil? ¡¡Pero no va a haber tantos socios!!

¡Tú lleva, que ésas no pesan!

¡Y todavía nos falta el chino…!

A las 14.30h habíamos quedado para comer los tres a los que nos tocaba ocuparnos de los últimos detalles y la logística de la acción. @Anamerengona, @chamartin4ever y quien suscribe. Después de los cafés, estuvimos organizando los materiales que entregaríamos a los voluntarios: carpetas, hojas de firmas, bolígrafos, pegatinas, folletos informativos, camisetas. ¡Se nos terminaba la tarde, y aún faltaba comprar las cuerdas de colgar la pancarta y las bandoleras para que los voluntarios pudiesen llevar el material!

El punto de encuentro con los voluntarios fue la cafetería Espasa, a la que poco a poco fueron llegando todos. El magnífico @guillebates se encargó de darnos una charla sobre cómo iba a desarrollarse la acción y cómo dirigirnos a los socios del Real Madrid (principalmente a los voluntarios que no pudieron asistir a la charla del domingo anterior). @Anamerengona y yo nos encargamos de repartir los materiales y distribuir las zonas de recogida de firmas, que fueron, fundamentalmente, las torres de acceso y las puertas de Concha Espina y de la Castellana, sin descartar ningún otro lugar al que, bien por saciar la sed, bien por tomar un respiro, nos dirigiésemos.  Tampoco desaprovechamos la ocasión de recoger firmas en la misma grada del Santiago Bernabéu durante el partido.

 

pancarta dentro

                                   ¡Estamos dentro!

 

La calle es nuestra

En un partido de estas características —y en fechas de vacaciones—, encontrar socios del Real Madrid es más complicado que en un partido oficial.  Muchos habían cedido sus abonos a familiares y amigos, y, aunque nos trasladaron su deseo de firmar, no podían hacerlo. También nos encontramos con socios los cuales eran menores de edad y que, aunque querían hacerlo, tampoco podían firmar.

—Buenas tardes, ¿es usted socio del Real Madrid?

—Sí, claro. ¡Desde hace veinte años!

—Somos de Primavera Blanca y estamos recogiendo firmas para reclamar un Real Madrid independiente de la prensa. ¿Conoce nuestro folleto?

 

Entre los socios con los que contactamos podemos establecer tres grupos: quienes, como siempre ocurre ante lo desconocido, mostraron su desconfianza y cierto rechazo («pero si está bien que hablen del Real Madrid, aunque sea mal»); los que, una vez escuchadas nuestras razones, mostraban interés e intercambiaban opiniones en una más que provechosa conversación («yo nunca compro la prensa deportiva, ¡que les den! »), y quienes estaban en plena sintonía con nuestros argumentos —yendo incluso más allá de nuestras peticiones— y rápidamente nos pedían el bolígrafo para estampar su firma.

 

No buscas; te encuentran

— ¡Por fin os veo! ¡Llevo media tarde buscándoos!

— ¿Nos conoces?

—Sí, claro. Soy de Primavera Blanca y os sigo por Twitter.

 

Ilusionaba comprobar cómo algunos socios, que también lo son de Primavera Blanca, nos habían estado buscando para venir a firmar. Fue, asimismo, gratificante comprobar que los días posteriores a la recogida de firmas se incrementó el número de visitas a nuestra web desde los buscadores y desde Twitter, demostrándonos que la gente desea y necesita información.

Se formaron corros de gente en torno a los voluntarios, se intercambiaron opiniones y tuvimos la sensación de que los socios del Real Madrid dejaron de sentirse meros números y —¡por fin!— se sintieron parte activa del club, independientemente de cuál fuese su opinión sobre nuestros postulados que, todo hay que decirlo, era mayoritariamente favorable.

 

dos hermanos                                    Dos hermanos, dos socios de PB

 

El tercer tiempo

—Ha sido una buena primera toma de contacto, ¿no?

—Yo diría que exitosa.

—Sí, pero esto es solamente el principio. Debemos aprovechar todo lo que hemos aprendido hoy.

—Sí, hemos aprendido que existe una conciencia creciente de que la prensa aprovecha al Real Madrid para sus fines comerciales.

—Y que la gente entiende que ese aprovechamiento se hace de manera destructiva, negativa.

—El Real Madrid vende mucho.

—La próxima vez debemos dedicar más tiempo a la recogida de firmas.

—Y anunciarla más.

—Sí, debemos darle mayor difusión en las redes sociales a estas acciones y a nuestra web.

—Y nos resultaría conveniente contar con más voluntarios para poder cubrir todas las zonas “calientes”.

—Y poder contar con un punto de referencia fijo para la gente que nos busca, y traer más pancartas al estadio. Podemos aumentar nuestra presencia, tener más impacto, ir a más.

—Sería estupendo, pero esto supone unos gastos que, aunque no sean muchos, hay que sufragar.

—Debemos informar sobre la manera de colaborar económicamente con Primavera Blanca.

—Para eso contamos con nuestros socios y simpatizantes, a quienes deberíamos pedirles que nos ayudasen a difundirlo por las redes sociales. ¡Hay mucha gente dispuesta ayudarnos!

 

Podemos estar muy orgullosos de lo logrado. Hemos sido capaces de hacernos notar alrededor de todo el Bernabéu, nos hemos hecho presentes y la gente comienza a conocernos. Aunque ya les di las gracias a todos y cada uno de los voluntarios que hicieron esto posible, les vuelvo a agradecer a todos ellos la ilusión, el esfuerzo y la dedicación que han puesto en NUESTRA campaña, porque es la lucha de todos y cada uno de los que amamos al Real Madrid.

Si eres socio del Real Madrid y no puedes venir al Bernabéu a firmar, puedes descargar la hoja en nuestra página web, firmarla y pedir la firma a todos los socios del club que conozcas y que sean mayores de edad, enviándonosla después por correo postal a: PRIMAVERA BLANCA, C/ Sagasta, 18, 2º izda. 28004 MADRID.

También nos gustaría contar con nuevos apoyos para las próximas acciones de Primavera Blanca (1 y 28 de septiembre, que son los partidos contra el Athletic de Bilbao y Atlético de Madrid, respectivamente). Infórmate en nuestra web y en nuestra cuenta de Twitter, o pídenos información a través del correo electrónico a info@primaverablanca.com.

Como has podido advertir, estas acciones cuestan dinero. Necesitamos empapelar el Santiago Bernabéu con nuestros carteles y darles folletos a todas las personas que asistan al estadio. Por eso te pido tu contribución económica, en la medida de tus posibilidades. ¿Cómo puedes hacerlo? En nuestra página web usando los enlaces a Paypal o al pago con tarjeta o, si lo prefieres, puedes hacer una transferencia bancaria. En info@primaverablanca.com te daremos toda la información que necesites.

Sigue atento a la información que publicaremos en la web y a nuestras cuentas de Twitter para estar al tanto de las próximas campañas.

Un fuerte abrazo. ¡Hala, Madrid!

pancarta

 

Mirando hacia atrás con ira

pancarta

 

por Ángel del Riego.

 

Existe un buen aficionado del Madrid, existe un buen ciudadano, existe un buen español, existe también, y lo han visto, un hombre que ama y respeta a su mujer y cuida de sus hijos. Existen las normas de buena conducta y existen los editoriales de Relaño y la Santa Madre Iglesia; y algo más arriba, Santiago Segurola que vela por todos nosotros.

España es una forma de comportarse en la mesa, con los demás -siempre con los demás-, de trabajar sin trabajar y de mirar de reojo, una forma de fingir y de mentir para ser aceptados, una forma de dar patadas a un balón, y una tarde larga y somnolienta en el bar, sólo o con la familia, con la excusa del café o el coñac a palo seco, y con el as o el marca abiertos por la mitad y con las letras desvaídas de la avaricia con la que el parroquiano los lee.

Algo que nadie reconoce. Leer hasta las últimas consecuencias la prensa deportiva. Algo que saben muy bien los que la escriben. Seguramente, lo único que saben. Que influyen en lo público, lo de todos, el Real Madrid.

Ese es el cuarto poder, y contra eso luchó -y perdió- José Mourinho. Pero despertó al enorme animal dormido. Hizo consciente al madridista de lo que significa ser hincha del Real Madrid. No de la roja o la rojita, ni del fondo de pensiones para exjugadores que lo dieron todo. Del Real Madrid. Un club grande y letal con una historia ganadora y por tanto despiadada. Un club que sólo tiene sentido si lucha por ser el primero entre los mejores. Y eso sólo es posible si el propio destino del Madrid se maneja desde dentro del Bernabéu. Esa fue la lucha de José Mourinho. Y esa es la lucha diaria del Real. A veces, contra sí mismo.

El presente artículo tiene una finalidad concreta, la de explicar los motivos de la campaña que Primavera Blanca inició en junio pasado y que tendrá su primera gran movilización el próximo 22 de agosto a las puertas del Santiago Bernabéu. La campaña consiste en la recogida de firmas para instigar al club a que no deje vender merchandising con la etiqueta del Real Madrid al marca y al as.

El marca y el as son periódicos grandes hechos para niños pequeños. Sus portadas te saltan a la cara llenas de colores psicodélicos con caracteres gigantescos por los que gotean todos los tópicos del fútbol. No buscan ningún tipo de verdad, ni siquiera cautiva, como la prensa *seria* (de la que no forman parte, aunque aplican sus armas). Buscan una complicidad escatológica y chabacana en la que la ley es el titular. Casi nunca hay algo detrás; explicaciones vagas, noticias -rumores- sin contrastar y estadísticas de colorines que demuestran que si chutas mucho quizás marques más goles todavía. Esta prensa se dirige a la parte más acrítica del madridismo, y al resto de las Españas que odia al Madrid: el antimadridismo, con especial atención a la gente maravillosa del atleti. Y conocen bien el inconsciente de esta fauna (el 75% del zoológico futbolero) hecho de retazos de mitología infantil, deseo siempre de ir más allá (sea en fichajes o en maldad), un cierto complejo de culpa, y un orgullo absurdo de ser de un club que es el de todos y por tanto cualquiera puede revolcarse sobre su vientre manchándolo todo de mierda. Ese apartado tan curioso de una parte -la más blanda: aquellos pseudomadridistas que Mou caricaturizó- del madridismo; lo niega como hinchada, ya que el hincha es por definición fanático de su club e irracional en su defensa. Y sin embargo, al madridismo se le pide desde posiciones presuntamente madridistas (“madridistas camuflados”) que nunca se vuelva ante los insultos, que sea gallardo en la derrota y humilde en la victoria, que sea puta y que ponga la cama. Que sus hinchas sean racionales y dialogantes y den de comer al hambriento y de beber al sediento. Quieren un club maniatado para poder manejar la relación del club con su hinchada como primer paso para imponer sus propios peones (el raulismo aupó a Calderón, no olvidemos). Ciertamente la utilización que hace Florentino de la palabra Señorío (ambigua y de un regusto decimonónico) es utilizada contra el Real Madrid para exigirle esta sumisión a todo tipo de poderes fácticos y peripatéticos. Incluso la prensa barcelonista y el mismo Guardiola con su ya famoso dejar caer -toda una categoría estética barcelonesa-, apelaba a valores ancestrales del Madrid para evitar que sus muchachos perdieran los duelos físicos contra los hombretones de Mou. No solo a valores éticos apelaban, sino a una forma de jugar. Un día era Xavi quien la proponía- el Madrid debe jugar al ataque porque yo crecí viendo eso; el césped del Bernabéu debe estar como yo lo diga; Pepe no es jugador para el Madrid-; y al día siguiente era Pep quien la negaba: “el Madrid siempre ha sido un equipo que juega al contrataque”. Todas estas declaraciones, debidamente amplificadas por la prensa madrileña (lo que no pasa por Madrid, no existe), que entiende que cualquier hombre que ande el camino y sea de Dios, tiene derecho a decirle al Madrid lo que debe hacer, cómo debe jugar, cuáles deben ser sus valores y qué 11 titular debe alinear el pelele de turno.

Eso ha sido muchas veces el Madrid. Un club al que su mensaje se lo hacen los de la acera de enfrente, y su 11 titular debe ser el que digan los internautas (sólo en el caso de que coincida con el que quiere la redacción del periódico deportivo correspondiente).

Y no hablamos de un club cualquiera sino del Real Madrid, que en el momento en que su mitología se hizo carne, provocaba pavor al navegar por Europa. Y por eso Mourinho era necesario, -afilando nuestro discurso, trazando una raya entre nosotros y el resto del mundo-, para devolver el orgullo y la altanería al madridismo. Un club que nunca fue humilde, modesto, recatado, blandengue o piadoso. En todo caso, miraba de frente la victoria y la derrota. Y era cortés con el resto del mundo del fútbol, sabiendo que había conseguido una estatura tal que a todos miraba desde arriba del caballo. Señoreaba su territorio. A veces caballeroso, a veces displicente ante los insultos, pocas veces se volvía a encarar a los perros que ladran con el culo pegado a la puerta. No hacía falta. El territorio era suyo. Pero desde Cruyff que igualó -ideológicamente- a los contendientes, y desde que el Estado de las Autonomías le dio una pátina política al antimadridismo, el Madrid ya no es el dueño de su territorio. Es un aristócrata en harapos que debe remar contra la hostilidad general. No controla la administración y el pueblo está mesmerizado por el enemigo. En ese contexto, ya no es posible más que la victoria, y como en los tiempos antiguos: la venganza. El señorío es una piel muerta. Un peso que Mourinho alivió al club, aunque nadie se lo va a reconocer.

Las armas de la prensa deportiva son variadas y pintorescas. El tono general es el de la prensa seria, con muy poco espacio para la ironía, aunque escrito de una forma más directa y simple -a veces directamente infantil- para que a nadie se le escape el meollo del asunto. Las argumentaciones suelen ser facilonas y demagógicas y en muchas ocasiones el cuerpo del artículo niega completamente los titulares (donde más se busca la manipulación deliberada). No hay problema: el redactor correspondiente se escudará en motivos morales (yo quería demostrar tal cosa), o en la volubilidad del fútbol que tan pronto es así, te pongas como te pongas, como es asá y no hay leyes escritas de antemano. El artículo de la prensa deportiva busca antes que informar, provocar discusión, y así se deja siempre un fleco suelto a la noticia, o se lanzan puyas contra alguien *mal visto*. Suelen ser vehementes y con débiles razonamientos expuestos en tono engolado y un tanto dramático. No parece importar el contradecirse de un día para otro porque la verdad no interesa. El fin último parece ser el bien del fútbol español y su principal escudero el Real Madrid, y con un fin moral de esa índole, el relato tiene que ser únicamente verosímil, coherente dentro de su mentira o media verdad. Y eso se cumple.

El nivel intelectual de esta prensa es el de la prensa del corazón. De hecho su maquetación es muy similar. El problema es la seriedad con que se toma a sí mismo y la seriedad del tema a tratar: las cuitas y melodramas alrededor del Santiago Bernabéu. Ya que el Madrid es un club señor, su supuesta prensa a sueldo -eso se dice desde las cataluñas y el extranjero- quiere dar la impresión de ser seria y rigurosa y de un altísimo calado moral. Vela por la pureza del fútbol español. De esta forma, ni el marca ni el as tienen sentido de la ironía, ni tampoco sentido del ridículo. Son prensa sensacionalista que se toma a sí mismo como meticulosa seriedad. Sus informaciones rigurosas, son rigurosos melodramas; sus expertos parten del tópico y el prejuicio, y sus columnistas o caen en lo grotesco -quizás lo único veraz de estos periódicos: la charla del bar- o en la moralina nacionalcatólica. La de los buenos chicos civilizados, mudos y obedientes.

Una cosa sí se puede decir del as y el marca y es que son periódicos divertidos. Entretienen. Sus titulares absurdos y la promesa de alguna revelación, llaman desde la barra, te engañan, y caes en la tentación. Y en las largas noches de invierno, con los lobos aullando de fondo, y un venenoso aguardiente de yerbas, la lectura de la prensa deportiva hace caer en un profundo sopor; ideal para sobrellevar los paréntesis de selecciones.

La prensa deportiva hace gala de su falta de intelectualidad. Es una prensa para el pueblo y por el pueblo. De pueblo, incluso. El inefable Roncero es máximo exponente. Popular y populachero es el único hincha madridista admitido en el espacio público. Un hincha coiné, pata negra madridista por lo menos desde que abjuró del atleti. Español que españolea, defensor de lo patrio hasta el ridículo, ataca al barsa con las mismas razones que el hombre de la calle. Desde luego, su mayor mérito. Lo demás: un ex del atleti con la falta de clase habitual en ese club, y que no se apea del discurso oficialista: jugadores nacionales que jueguen en la selección y que son intocables por la gracia de Dios y sus apoyos en la prensa.

El editorialista del as, Alfredo Relaño ocupa una posición diferente a la de Roncero. Es a la vez inteligencia y verdad antigua del club. Lo castizo y el pensamiento estructurado. Esa es su imagen y su peso en el fútbol español. La realidad es que sus editoriales urden una manipulación -fina o burda- constante dirigida a poner de rodillas al club ante la prensa, ante su periódico, acostumbrado a hacerse con la narración del Madrid y a manejar todo el tinglado simbólico (aka mitología) que hay alrededor del club de Concha Espina. Las formas de manipulación son muy variadas. Está aquella que es la exigencia máxima convertida en listón al que nunca llegará el club (charla de la novena). Está la utilización de la mitología a favor de las tesis que convenga demostrar. Hoy sacamos a la quinta de Pirri para dar la brasa con la españolidad recalcitrante. Mañana es la cantera, donde algún representante amigo (el bueno de Ginés) tiene nuevos raúles a porrillo. Los días pares sacamos a pasear la moral de la que el Madrid hace tiempo se apartó. Los impares es tiempo de hacer recuento de títulos o de goles o de cualquier estadística que demuestre lo que queramos demostrar. Y los fines de semana toca darle el toque a ese jugador –Arbeloa últimamente- que habla demasiado claro y hace que nuestro negocio basado en la omertá se tambalee. Todas estas son formas de la prensa para cohibir al club, pero en Relaño toman carne de una forma abigarrada y estilosa. Relaño es la moral dentro del club. Es el editorial prisaico insoslayable, algo matón, con retranca y el apunte castizo. Pero no existiría Relaño si no existieran madridistas para los que todo va siempre a peor y que con cierto snobismo dicen saber cuáles son los males que nos aquejan; que confunden el club con un ministerio público y que quieren a la vez seriedad y sainete diario con momento cumbre. Chicos con flequillo que no tengan opinión, y drama alrededor del equipo reformulado por la prensa. Así sobrevive Relaño y su periódico. Gracias al cazurrismo de un sector del madridismo. Ese que intentó despertar Mourinho y de ahí su apaleamiento masivo una vez que fracasó en la conquista de Europa.

Si Relaño es la moral desde dentro, Santiago Segurola, príncipe que planea sobre lo chabacano y lo vulgar, es la moral desde fuera. Es la apariencia de objetividad y la certeza de una verdad más allá del rectángulo de juego. Santiago Segurola es el relator oficial del Madrid y de esa forma se desenvuelve. Escribe en las páginas del marca la crónica de cada partido del Real. Crónica que es tomada por muchos como la verdad absoluta sobre lo acontecido. Segurola escribe húmedo y atractivo para el hombre de clase media-alta al que le gusta el fútbol pero no quiere que le confundan con la masa de desharrapados. El cliente desea sentirse rehabilitado por su pasión futbolera y Segurola le ofrece esa opción por un módico precio. Trasciende siempre a través de la moral. Separa las aguas. A un lado los buenos: fútbol de salón, Pep, Valdano, Bielsa y ahijados. En el otro lado donde viven los monstruos. Seres impíos que conspiran contra la paz y la belleza y se convierten en intolerables cuando acampan en el Madrid: Capello y Mourinho, Clemente. Sádicos, cobardes y con una vena totalitaria. Segurola nunca ceja ni da un paso atrás. Es capaz de defender una posición y la contraria con el catecismo en la mano. Cuando Marcelo cogió el brazalete de capitán con el primer Mourinho, Segurola dijo: charlotada. Cuando Marcelo pasó a la reserva por el ímpetu de Coentrao Segurola lo bendijo como el mejor lateral del mundo, formado en el Madrid y con galones suficientes para dar un golpe en la mesa. Si Mou subía a un canterano, Segurola decía pirotecnia y nanay; si Essien jugaba los minutos de la basura, Santi clamaba por los minutos de la cantera. Segurola repitió siempre que pudo que el Madrid tenía la mejor plantilla de su milenaria historia y Mou la desaprovechaba. Segurola culpó a Mourinho de hacer una plantilla descompensada y con demasiados pesos muertos, de fichajes caros y en general -¡oh, cielos!- defensivos. Segurola veía un complot contra Del Bosque y otro contra Bielsa. A Valdano se lo cargó la mafia tardofranquista. Segurola se ríe a carcajadas cuando alguien hablaba de una campaña contra Mourinho, sin duda el entrenador de la historia con más apoyos en prensa. Segurola siempre se quejó de los palos en las ruedas que los sucesivos gobiernos le pusieron a Higuaín. Segurola consideró inadmisible que un delantero de la calidad de Benzema estuviera en el banquillo en los partidos más importantes de la temporada. Acto seguido, Segurola sentenció que Benzema era el favorito del presidente y por eso jugaba en ocasiones más que Higuaín, aunque Higuaín era más del gusto del Mourinho ya que Benze no tenía ni una gota de demagogia.

Una docena de expertos en cabalística siguen estudiando las palabras de Segurola y su relación con la realidad. Segurola escribió un artículo acusando a las élites tardofranquistas de Madrid el extravío de los 15000 bilbaínos que nunca llegaron a la final del Bernabéu que no fue. Repitió 3 meses ese artículo explayándose ante las élites extranjeras, ahítas de oír que en el Madrid anida el mal. Repitió ese artículo y sus argumentaciones de español periférico para no hacer caso del juego estruendoso del Madrid de Mourinho 2012. Acto seguido, Segurola dijo que el Madrid era el equipo del pueblo y que Florentino estaba traicionando esa idea. Segurola sólo apoya al Madrid si el Madrid cumple todos los requisitos que él dispone sobre la mesa. Eso se llama manipulación y no lo oculta. El Madrid debe jugar al ataque sin corsés tácticos. Debe tener un técnico al que gusten de partirle la cara y no diga ni mú (ya que Segurola sabe del origen culpable del Madrid). El club debe tener un lugar en el organigrama donde more Valdano. El Madrid debe expulsar a los ultrasur y en general cualquier manifestación de odio étnico, incluidos los gritos contra el barsa. Curiosamente la cantera y los españoles deben tener sitio preferente en el 11 titular. Segurola le pide la virginidad al Madrid y aplaude el fragor de la batalla en el contrario. Segurola se preocupa hondamente por el futuro del fútbol español en el que aumenta la crispación, y la crispación es culpa del Madrid por contestar a la provocación. Segurola dice amar lo pequeño, pero sólo se ocupa de lo grande, del mito, de la historia de alta gama, del Madrid. Segurola quiere una estatua ecuestre a la entrada del Bernabéu por los servicios prestados, es un personaje ya cosificado, con lectores que lo leen en trance místico. Segurola cuando habla de la historia del fútbol nos enseña la magia. Si es del Madrid, nos desvela la tramoya que siempre es oscura. Segurola ha luchado por la dignificación del periodismo deportivo, y según Roberto Gómez, ha ganado la batalla.

Del subtexto del fútbol español, lo más obvio y a la vez menos enunciado es la filiación antimadridista de la gran mayoría de los periodistas que siguen al Madrid. Es la carta de Poe sobre la mesa y la llave para entender muchas situaciones. Son antimadridistas porque son del atleti, y ser del atleti no da dinero ni muchas alegrías. Pero sí da un gran conocimiento del subconsciente madridista desde fuera; así fácilmente manipulable. Ni siquiera hay una forma de actuar concreta. Estos periodistas (Maroto, por ejemplo), no tienen patria ni ley y dominan la picaresca con orgullo bizarro. Tampoco buscan la coherencia. El Madrid es el pim-pam-pum nacional y sacudirle a todas horas por cualquier nimiedad garantiza atención mediática. Sólo se salvan los jugadores Españoles del Madrid, y en algunos casos ni eso. Un ejemplo fue el fabuloso caso Pepe. El central portugués, es sabido que es el malo oficial del madridismo desde la masacre del Getafe. Es un caso de sinergia. Al Madrid le convenía tener un jugador quemado para concentrar las iras del público y los periodistas adoran la violencia gratuita porque les da ocasión de castigarnos con su plúmbea moralina. Pepe era el violento, el culpable, el defensor físico, el malencarado, el que no puede volver a jugar en el Real, la imagen bronca del Madrid de Mou y toda la retahíla. En este año, cuando todo se empezaba desmoronar, Pepe se lesionó y perdió su puesto en el 11. Inmediatamente, comenzó su rehabilitación en los media. Ahora pasaba a ser un lujo tener al mejor central del mundo en el banquillo. Poco antes del fin de la temporada, se las tuvo con Mou -por el asunto de la suplencia de Iker– que le contestó con dureza en RDP. Pepe pasó de héroe a villano en el mouriñismo y de villano a héroe entre los chicos de la prensa. Llega la final de copa y al verde sale Albiol. Falcao se zafa de él una sola vez y deja solo a Costa con Diego López. Gol, prórroga y el Madrid a la lona. La prensa madridista más sinvergüenza y atlética convino en que si el divino Pepe hubiera jugado en vez del torpísimo Albiol, el Madrid hubiera ganado sin muchos problemas. Prefieren los atléticos atacar al Madrid, que degustar su victoria. Prefieren atacar a un jugador de la selección al que muchas veces defendieron atolondradamente, sólo para atacar a Mou. Les da igual quedar en evidencia. El instinto del periodista antimadridista es siempre el ataque bajo y falaz al Real Madrid utilizando cualquier medio a su antojo, sabiendo que el ambiente suele estar de su parte y que el madridismo más pasivo le reirá las gracias sin poner ninguna objeción. De ahí su cara de susto cuando alguien les señala con el dedo, cuando se les hace ver la zafiedad de su conducta y cuando el madridista no les ríe las gracias.

Otros trucos del periodista antimadridista es caérsele de la boca el señorío a grandes voces, la mitología del Madrid que impide prácticamente cualquier cosa y la contraria, y la exigencia desmedida de juego exquisito y trato de favor al contrincante, imposible de saciar.

El periodista antimadridista tiene una especialidad: la defensa del jugador del Madrid, español, de la selección y con grandes amigos en la prensa contra los propios intereses del club. Defensa vehemente, sacando a los santos sacramentos madridistas, y expresada con tendencia melodramática, para asustar al que ose ponerse enfrente sólo con las armas de la razón. Esa defensa sólo será (y esto es importante) contra el Madrid. A Iker se le puso en duda con la selección por la pujanza de Valdés y a Del Bosque se le criticó duramente en el Mundial. Cuando Vicentón se alineó sibilinamente contra Mou y su Madrid, su figura matriarcal pasó a ser intocable. Con la sentada de Iker llegó el apocalipsis, y no era raro ver en los bares a los antimadridistas crispando al madridismo con gritos de “qué vergüenza, qué vergüenza con lo que fue el Madrid”. Gritos copiados sin más del escarnio público al que fue sometido el club y el mismo Mou por tener la indecencia de hacer las alineaciones sin injerencias externas. Aquí está uno de los meollos del asunto, y es la mafia periodística que se forma alrededor de los jugadores españoles que actúa en dos direcciones: Si el jugador se apresta a filtrar de vez en cuando y entra en los juegos de la prensa, se le defenderá como si fuera uno de los nuestros, incluyendo aumentos de sueldo, renovaciones de por vida y tapando cualquier bajada de rendimiento con profusión de portadas, datos absurdos u omisiones oceánicas. Si no se apresta al juego, está expuesto a la crítica, al escarnio, e incluso a la objetividad. Y se le tratará como a un extranjero más (la prensa española es profundamente xenófoba) que se fajara en turbias labores defensivas.

 

El caso Arbeloa.

Arbeloa, jugador de la selección, español y canterano, debería ser la aristocracia de los niños de la prensa. Es justo lo contrario. No se le perdona un fallo, y se le achacan los de los demás. Invisible cuando sostiene la defensa, se escrutan sus pérdidas en ataque minuciosamente. En la selección se ha convertido en el anatema de una generación de periodistas. Es casi un icono para ellos. El único al que se pone a parir abiertamente. Incluso nos preguntan cándidos a los madridistas del por qué lo siguen poniendo los entrenadores como lateral derecho. Dicen que es torpe, necio, violento con sordina, desprecia la mano tendida de Xavi y se le insulta sin tapujos en tuiter. Ningún jugador ni español ni extranjero tiene ese trato de la prensa. ¿Por qué?

Porque habla claro y tiene un discurso que no es el del marca y el as. El del periodista deportivo cuya máxima afición es poner la palabra en la boca del futbolista. Hablar a través de él. Porque defendió a su entrenador. Porque aireó en público (y las cosas deben hablarse en privado para que así las cuenten los chicos de la prensa) sus desavenencias con Casillas. Porque defiende al Madrid contra sus enemigos. Y estos son la prensa deportiva y el fcbarcelona. Sólo por eso, lo matan a cada paso.

No hay que olvidar, que estos periódicos que se dedican a vender por fascículos las tripas del Real, son comprados por muchos antimadridistas profesionales. Gente oscura, que huérfana de otras utopías, tiene al Madrid como la forma de estar a la contra sin perder nada a cambio. Y no hay periódicos que los amparen. Por tanto, compran el as y el marca, y estos les dan a cambio surtida munición.

Y al final de todo, está el poder. Las ganas de manipular la cosa más grande del reino. Esa mirada vidriosa que se le pone al periodista deportivo cuando puede influir en el gobierno de la entidad. La inercia de demasiados años controlando el relato del Real. La mafia que envuelve a ciertos futbolistas a los que el mito les ha bañado en oro y ya no obedecen a ninguna razón. La vanidad de periodistas que lidian con el mito y quieren a la vez formar parte de él y destruirlo. El rencor que provoca estar siempre a la sombra. La obsesión inquisitorial por una verdad única y moral. El antimadridismo como forma de vida. Los patucos del Madrid. La mesa-camilla del Madrid. La vajilla con el escudo del Real. La cubertería de las 9 Champions. El tazón de cereales con el careto de Cristiano. La bomba de relojería de la séptima. Las braguitas con las iniciales de Iker bordadas. El pintalabios de Kaká. La colonia de Valdebebas. El chándal de la décima.

El merchandasing con los más pintorescos motivos madridistas que esta prensa pone a la venta con cada ejemplar no parece tener límites. Ridiculizan al club, se aprovechan de él (del Madrid se aprovecha todo), y dan lecciones de madridismo en la misma tajada. Intentan manipular al club y velan a la vez por su salud deportiva. A eso se niega Primavera Blanca. A la utilización de nuestra mitología para echárnosla sobre la cara, para hacer negocio banalizándola. A pesar de lo que insinúe alguno, en los estatutos del Madrid no hay ninguna referencia a la figura del cornuto contento. No hay razón para ser condescendiente con quien cada día te apuñala por la espalda. Queremos un Madrid libre de la pútrida moralina de los periodistas. Con una frontera trazada entre el club y la prensa deportiva. La prensa es libre, dicen. Y el club también. Y el viento que corra entre ambos.