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Un club en el que la voluntad de sus socios -interpretada y ejecutada por un Presidente elegido conforme a sus estatutos- se impone en los aspectos futbolísticos, a través del entrenador contratado por el Presidente, a los intereses particulares de los miembros la plantilla, que aunque puedan ser legítimos han de supeditarse siempre a las metas colectivas.

Nos organizamos para sumar socios y madridistas en la defensa de ese concepto de Real Madrid orgulloso e independiente, también, de los intereses –no menos legítimos, a priori- de los medios de comunicación, que tienen una posición de ventaja para modelar la opinión de los madridistas

 Así nació, y nunca dejó de ser, Primavera Blanca. “Ni como candidatura ni como grupo de oposición”, aclaraba a todos los madridistas nuestro manifiesto fundacional, sino como agrupación de madridistas comprometidos en la defensa de la independencia del Club frente a los medios de comunicación.

Jamás nos hemos opuesto al ejercicio de la crítica. Al contrario, la entendemos como un instrumento imprescindible para crecer. Nuestra asociación la ha ejercitado siempre que ha discrepado de las actuaciones del propio Presidente del Real Madrid. Jamás hemos faltado al respeto a la dignidad de la persona, por mucho que nuestras críticas hayan sido personales y muy duras, y nos hemos opuesto a todas las que –con acierto o sin él- hemos identificado como campañas de creación de opinión, defendiendo a cada uno de los jugadores que considerábamos víctima de ellas.

Habremos cometido errores, pero la honestidad y la valentía nos han diferenciado de los irresponsables. Siempre hemos ido de frente y dando la cara. En el ejercicio de la crítica hemos comprometido nuestros nombres, publicados en la web de la asociación; muy al contrario de quienes con el antifaz de un “nick” publican mensajes anónimos ofensivos en las redes sociales, mientras son serviles en sus blogs públicos o en los actos sociales, o incluso viven del Real Madrid.

Nuestro pretendido “mourinhismo” sostenía el concepto de club que hemos expuesto, no el mero culto acrítico a la personalidad. Quedó bien claro en nuestro comunicado de bienvenida a Carlo Ancelotti, a quien desde el día de su llegada hemos defendido como entrenador del Real Madrid. En esta segunda interpretación del término, nunca hemos sido mourinhistas, ni casillistas ni florentinistas.

Tales personalismos son incompatibles con la concepción de club que hemos expuesto. Nadie, ni el Presidente elegido por los socios, está por encima del Real Madrid, y cualquier conocedor de las redes sociales sabe el enorme foso –plagado de infamia, juicios de valor, presunción de intereses ocultos, mentiras, insultos y amenazas- que nos separa de los talibanes del nuevo culto, fundado en pretendida adoración del entrenador del Chelsea, que ni como persona lo merece, ni como técnico la precisa.

La coherencia entre nuestros actos y esos principios nos convierte en un enemigo  objetivo de ciertos gestores de algunos medios de comunicación y de sus peones, que con el fin de desprestigiarnos pretenden identificarnos con esa forma de exaltación irracional y acrítica.

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