Los días, las ideas y las gentes que hicieron grande al Real Madrid, como una forma más de revelar las mentiras que esconden los tópicos con los que la prensa deportiva trata de imponer los intereses ocultos que abandera: El jugador español, la cantera, el señorío, son máscaras que ocultan la pretensión de enormes contratos, jugosas comisiones, derechos de marketing y televisión. Desde días lejanos y no tan lejanos, la gloriosa historia de nuestro Club nos habla claro.

¿Conoces la historia del Real Madrid?

El Real Madrid C.F. es el club más exitoso de la historia del fútbol. Es el único con las cifras récord de 14 Copas de Europa y 35 Ligas.

El Real Madrid fue fundado en 1902. Julián Palacios es el primer presidente, pero fue Juan Padrós, catalán y de Barcelona, quien formalmente constituyó la institución ese año. El interés en el fútbol crecía tanto en España que el Madrid propuso realizar un torneo en honor al rey Alfonso XIII. La iniciativa se convirtió en la Copa de España (Copa del Rey).

Con un creciente número de socios, el club vio la necesidad de cambiar los terrenos donde jugaba para aumentar el número de espectadores y poder recaudar más dinero. Se desplazó al estadio de O’Donell. Y fue entonces, en 1920, cuando el Rey de España concedió el título de Real al club.

Al inicio de los años 20, el Real Madrid volvió a su rol pionero en el fútbol español. El equipo hizo una serie de viajes fuera de España, con enorme éxito internacional. El Real Madrid es uno de los fundadores del Campeonato Nacional de Liga, en 1928, y jamás ha descendido a Segunda División.

El Real Madrid había aceptado el hecho de que el éxito que buscaba solo podía ser podía ser posible con los mejores jugadores. El portero Zamora y los defensas Ciriaco y Quincoces fueron fichados. El trío formaba la mejor defensa del mundo. La temporada 1931-32 fue histórica para el equipo entrenado por Lippo Hertza. Los merengues terminaron sin liga sin perder un solo partido. Fue el inicio de una era de dominancia del Real Madrid durante la II República: 2 ligas y 2 Copas en 4 años.

Solo un mes tras la victoria en la Copa de la República en 1936, estalló la Guerra Civil. El momento de gloria fue amenazado primero y destruido después por el conflicto militar. Muchos jugadores terminaron sus carreras o dejaron el país para marchar al exilio. El equipo no se recuperaría hasta mucho después de la guerra. El presidente del Real Madrid cuando empezó la el conflicto, Sánchez Guerra, fue exiliado, y un presidente interino, Antonio Ortega, fue ejecutado por el régimen franquista tras la Guerra Civil. Debido a la guerra en Madrid, el club intentó disputar la Liga Catalana Republicana ajena al conflicto, gracias en parte al entrenador catalán del club, Francisco Brau. Pero pese al apoyo del sindicato de jugadores y de todos los demás clubes catalanes, el F.C. Barcelona vetó su participación.

La Guerra Civil y la posguerra fueron durante más de una década una tragedia absoluta para el equipo. El Real Madrid no ganaría ninguna liga entre 1933 y 1954, su peor racha de su historia; y solamente 2 Copas, en 1946 y 1947. También estuvo en dos ocasiones al borde de descender a Segunda División. El rival local, el Atlético, era apoyado por el ejército que había ganado el conflicto. Por su parte, como club que había apoyado la República, no generaba simpatías en el régimen de Francisco Franco y durante los 15 primeros años del franquismo el club se encontró en la posición más débil de su historia.

En 1943, en las semifinales de Copa, el Real Madrid se enfrentó al F.C. Barcelona. En Les Corts, los azulgranas ganaron 3-0. En la vuelta, el Madrid eliminó a su rival con una remontada histórica. 11-0, y una rivalidad que ya existía se convirtió en eterna.

El 15 de diciembre de 1943 Santiago Bernabéu se convirtió en el presidente del club. Antiguo jugador y entrenador, se convirtió en el hombre más importante de la historia del Real Madrid.

Los periodistas franceses Gabriel Hanot y Jacques Ferrán soñaban con una competición que reuniera a los campeones de cada país europeo. Entre ellos hicieron una serie de normas que alcanzaron los cuarteles de la Union of European Football Associations (UEFA). La propuesta gustó mucho a los responsables del periódico francés L’Equipe, que se comprometió junto a la UEFA a organizar el torneo. Nombraron una comisión que incluyó a Santiago Bernabéu como uno de los vicepresidentes. El campeonato se convirtió en una realidad en 1956: había nacido la Copa de Europa.

El Real Madrid consiguió su primera Copa de Europa el 13 de junio de ese año. Sería la primera de cinco copas consecutivas que ganaría. Esta inigualable hazaña fue conseguida en parte gracias a uno de los más grandes futbolista de la historia, Alfredo Di Stéfano, bajo la presidencia de Santiago Bernabéu.

El Madrid descubrió a Di Stéfano en el 50 aniversario del club, en 1952, cuando el equipo se enfrentó al Millonarios. Desde entonces el club se fijó en él y finalmente logró ficharle. Se convirtió en el mejor jugador de la historia del Real Madrid siendo el líder del equipo que ganaría 5 Copas de Europa consecutivas, 8 ligas y se convertiría en la mayor dinastía de la historia del fútbol.  

Ningún otro club ha logrado igualar sus hazañas. El equipo estaba compuesto de leyendas, aparte del argentino Alfredo di Stéfano, como el húngaro Ferenc Puskas, el francés Raymond Kopa o el español Francisco Gento, actual Presidente de honor del club y que tiene el récord único en el mundo de campeón de 6 Copas de Europa.

En la temporada 1959-1960, el exjugador del club Miguel Muñoz se convirtió en entrenador. Ganó la quinta Copa de Europa consecutiva en su primera campaña como jugador y convirtió en el primero en ganar el trofeo como jugador (tres veces) y como técnico. En 1960 los merengues serían coronados como los primeros campeones del mundo al ganar la primera edición de la Copa Intercontinental, venciendo 5-1 al Peñarol de Montevideo.

En los 60 el equipo se enfrentó a un período de cambios. En España dominó sin rival, ganando 8 títulos de Liga en esa década: en los 50 el club había ganado más Copas de Europa que ligas. Y además consiguió la Sexta Copa de Europa en 1966 (ese año no ganó la Liga).

El fútbol se vistió de luto cuando el 2 de junio de 1978 falleció el presidente que había llevado el Real Madrid a lo más alto. Los 70 habían sido la única década desde la creación de las competiciones europeas en la cual el Madrid no había conseguido ningún título internacional, aunque a cambio consiguió otras 6 ligas en esa década.

Los 80 fueron dominados por una generación de jóvenes jugadores. La Quinta del Buitre, lideradas por Emilio Butragueño, hizo al Real Madrid uno de los mejores equipos de la historia. Los goles de Hugo Sánchez ayudaron a coronar una década de éxitos. El club ganó 2 Copas de la UEFA con remontadas históricas en Europa y noches mágicas en el Bernabéu. El club también ganó 5 ligas seguidas, un récord en España, entre 1986 y 1990.

Real Madrid comenzaría entonces una nueva era dorada. Primero, 32 años después, volvió a ser campeón de Europa. Pero no solamente una vez: ganó 3 Ligas de Campeones en 5 años: la Séptima en 1998, la Octava en el 2000 y la Novena en 2002. El canterano Raúl y leyendas como Hierro, Roberto Carlos o Redondo acompañaron los triunfos.

En el año 2000 Florentino Pérez llegó a la presidencia y comenzó la denominada época de los Galácticos. En esos 4 primeros años se ganó 1 Champions League(la Novena Copa de Europa) 2 ligas y creó un equipo de ensueño con las mejores estrellas del mundo del fútbol: Figo, Zidane, Ronaldo, Beckham se unían a Raúl, Hierro o Casillas.

El Real Madrid ganó 2 ligas más en 2007 y 2008 bajo la dirección de Fabio Capello y Bernd Schuster. Pero tras una horrible temporada 2009, Florentino Pérez volvió a la presidencia para intentar devolver la moral del madridismo y reforzar el equipo.

En el segundo mandato de Florentino fichó al mejor jugador del Real Madrid tras Di Stéfano, Cristiano Ronaldo, y una pléyade de estrellas como Benzema, Xabi Alonso, Luka Modric, Gareth Bale o Toni Kroos. Técnicos estrellas como José Mourinho, Carlo Ancelotti o el novato y antigua leyenda del fútbol como Zinedine Zidane entrenaron al equipo.

En estos años, el Real Madrid ganó 2 Champions League en dos finales de infarto contra los rivales de la ciudad, el Atlético de Madrid, con heroicas actuaciones del capitán y leyenda Sergio Ramos. La Décima llegó en 2014 tras 12 años de sequía europea gracias a un gol en el minuto 93 y la Undécima en una tanda de penaltis en 2016. El club además ganó una liga en 2012 que batió todos los records nacionales con 100 puntos y 121 goles.

Tanto las temporadas 2016-2017 como 2018-19 fueron históricas. En 2017 el Real Madrid se convirtió en el primer equipo que repetía título en el formato Champions League y la primera vez desde 1958 que el club obtenía tanto la Liga como la Copa de Europa. Junto al Mundial de Clubes y las Supercopa de España y Europas se convirtió en el mejor año de la historia del Real Madrid como club de fútbol.

En la temporada 2018-19, el Real Madrid se convirtió en el primer club deportivo que ganaba tanto la Copa de Europa de fútbol como de baloncesto (la Décima de esta sección) el mismo año. La 13ª Copa de Europa fue también la tercera consecutiva y la cuarta en 5 años. Es una dinastía comparada con ninguna otra del fútbol…excepto el Real Madrid de Bernabéu, Di Stéfano y Gento.

El Real Madrid es el rey de Europa y España y aunque los rivales han ido y venido para enfrentarse a él en la historia del fútbol, nadie se acerca a su legado.

El estadio Santiago Bernabéu tiene una capacidad de 81.000 espectadores. En torno a un 80% del aforo está ocupado por socios del Real Madrid que tienen un abono, mientras que el resto de las entradas se venden al público general.

La grada de animación del Real es la Grada FANS RMCF. Nació con el espíritu de unir a los madridistas que quieren animar al equipo incondicionalmente tanto en el Santiago Bernabéu como fuera de él. Quiere recibir a todos los madridistas que creen en una animación sin violencia, política, racismo e intolerancia, abierto a todas las edades y con un solo sentimiento: MADRIDISMO.

2000 madridistas de todos los países, ideologías, razas, creencias y sexos acuden a la Grada FANS vestidos del blanco del Real Madrid para apoyar a su equipo cada partido.

PALMARÉS DEL REAL MADRID

Copa de Europa/ UEFA Champions League

Títulos (14) – record: 1955–56, 1956–57, 1957–58, 1958–59, 1959–60, 1965–66, 1997–98, 1999–2000, 2001–02, 2013–14, 2015–16, 2016-17, 2018-19, 2021-22

La Liga

Títulos (35) – record: 1931–32, 1932–33, 1953–54, 1954–55, 1956–57, 1957–58, 1960–61, 1961–62, 1962–63, 1963–64, 1964–65, 1966–67, 1967–68, 1968–69, 1971–72, 1974–75, 1975–76, 1977–78, 1978–79, 1979–80, 1985–86, 1986–87, 1987–88, 1988–89, 1989–90, 1994–95, 1996–97, 2000–01, 2002–03, 2006–07, 2007–08, 2011–12, 2016-17, 2019-20,  2021-22

Copa del Rey

Títulos (19): 1905, 1906, 1907, 1908, 1917, 1934, 1936, 1946, 1947, 1961–62, 1969–70, 1973–74, 1974–75, 1979–80, 1981–82, 1988–89, 1992–93, 2010–11, 2013–14

Copa de la UEFA 

Títulos (2): 1984–85, 1985–86

Supercopa de Europa

Títulos (5): 2002, 2014, 2016, 2017, 2022

Copa Intercontinental

Títulos (3) – shared record: 1960, 1998, 2002

Mundial de Clubes de la FIFA

Títulos (4): 2014, 2016, 2017, 2018

Supercopa de España

Títulos (10): 1988, 1989, 1990, 1993, 1997, 2001, 2003, 2008, 2012, 2017, 2020, 2022

Copa Eva Duarte (anterior Supercopa de España)

Título: 1947

Copa de la Liga

Título: 1984–85

¡No hace falta decir más!

SB

Don Santiago Bernabéu, en vivo y en directo. El vídeo, que nos llega gracias a los amigos de twitter @tronmagdaleno y @Jon_GoRo, es un breve fragmento de uno de los documentos recuperados por el periodista Paco Grande (@PacoGrandeTVE) para el programa “Conexión Vintage”, sobre la memoria del fútbol español. Un trabajo digno y de interés que dirige en TeleDeporte (TVE).

La periodista, una jovencita Mari Carmen Izquierdo, pregunta a Santiago Bernabéu. El Presidente está de pie, en la Grada de Preferencia, debajo de la Tribuna. Se trata posiblemente del descanso de un Madrid-Atleti.

— “Cero uno en el descanso, Don Santiago Bernabéu, ¿cómo ve el encuentro?”

— “¡Pues, cero uno!”

A partir de ahí, no hace falta decir más. En los cuarenta y siete segundos que siguen se marchan por el desagüe, a la alcantarilla de la que nunca debieron salir, las toneladas de tinta empleadas por el valdanismo para intentar desvirtuar con su cursi retórica el auténtico espíritu del Madrid. Por el sumidero se va su impostado “señorío”, tan contrario al “triunfar en buena lid” de nuestro himno, que nada tiene que ver con sufrir en silencio las injusticias arbitrales y dejarse someter por la propaganda enemiga. Y con el “señorío valdanista” se van al colector todas y cada una de las mentiras e invectivas con las que durante tres años el inquisidor Segurola Basáñez ha martilleado, desde su púlpito de Radio Marca, los oídos de la audiencia menos avisada, deformando su modo de relacionarse con el Madrid y con su historia.

Así que, señor Adjunto al Director de Marca, ¿el Madrid nunca había hablado de los árbitros hasta que llegó Mourinho? En la entrega IV de “El equipo sin alma” reprodujimos una página de ABC: Santiago Bernabéu, joven directivo en funciones de delegado del Madrid F.C. en la Final de Copa de 1934, critica al árbitro, aún después de ganada la Final.

Ahora, podéis escuchar directamente el sonido de sus palabras. Cuando la reportera termina su trabajo, el madridista  inevitablemente se pregunta qué habría sido de nuestro querido Real Madrid de haber coincidido en el tiempo el Presidente de Almansa que le hizo el mejor Club del Siglo XX, con el Entrenador de Setúbal que acuñó el lema “Señorío es morir en el campo”. O mejor dicho, qué habría sido del resto del fútbol mundial.

Haz «click» para ver: Santiago Bernabéu

Amancio Amaro, propuesto socio de honor de Primavera Blanca

Amancio Amaro Varela contado por Pedro Ampudia

1445034_w2Antes de que nos robaran el fútbol las únicas cifras que importaban eran las que aparecían en los marcadores con sus rectángulos de cartón-piedra, nadie medía la longitud de las briznas de hierba ni la cantidad de pases seguidos que era capaz de dar un equipo y los highlights se almacenaban en la memoria colectiva en vez de en servidores de San Bruno-California y se transmitían de generación en generación como romances antiguos de la boca de los mayores a los oídos de los niños. No había carrileros, ni medioscentros, ni trescuartistas y todos los delanteros eran de verdad y los porteros estaban locos. Era un fútbol de domingo tarde, cambio de cromos y transistores. Los futbolistas eran nada más y nada menos que futbolistas y dejaban los sermones para los párrocos de misa de doce. Era un fútbol sentimental y básico en el que se cimentaban pasiones que sólo tenían que ver con el propio fútbol. Amancio Amaro perteneció a una de las últimas generaciones de futbolistas que no necesitaron taparse la boca para hablar en un campo por miedo a los lectores de labios y leemos su nombre en los papeles con la voz grave del abuelo que nos relató su mito en noches de Copa de Europa y mesa camilla.

“Amancio jugará en el Real Madrid, fichadlo”, cuentan que dijo Santiago Bernabéu a sus directivos que no parecían muy convencidos de soltar los 10 millones de pesetas de la época que costaba traer de La Coruña a un joven de 22 años sin experiencia en las grandes citas europeas y Amancio fichó tranquilo o eso dijo. Nacido para el fútbol en un equipo llamado Victoria su destino no podía ser otro que el Real Madrid. Era el momento de una renovación necesaria de un equipo que había conseguido que el fútbol quedara definido como un juego que inventaron los ingleses para que el Real Madrid lo hiciera leyenda. De vuelta a Manchester, tras ver un partido del Real Madrid en el Bernabéu, Matt Busby no pudo contener el entusiasmo y reunió a sus jugadores en el vestuario de Old Trafford para decirles: “Boys, they’re playing a different game over there in the continent. We’ve got to get involved”. Aquel Madrid dejó un legado de victoria y un estilo de fútbol directo y vertical, sin atajos, como correspondía a un equipo de saetas, galernas y cañones al que Bernabéu quiso añadir un brujo para que continuara el hechizo. Eso vio Santiago Bernabéu en Amancio Amaro, ese mismo fútbol sincero y sin ambages, que sólo conoce un destino, que sólo ambiciona un objetivo. El Real Madrid es una religión en la que la paciencia es pecado. Amancio era la gambeta acerada y la velocidad consciente, la magia galaica y brumosa, el temperamento de la marejada atlántica. Llegó a tiempo de compartir vestuario con aquellos mitos blancos y de ellos aprendió cual es el espíritu del Real Madrid, su esencia, su sino y su grandeza y acabó también convertido en mito. Con ellos perdió una final de la Copa de Europa, frente al Inter de Helenio Herrera y Luis Suárez, en lo que fue la despedida de Di Stéfano y de un tiempo inolvidable. Dos años más tarde se encargaría el propio Amancio de cerrar definitivamente un ciclo legendario con un gol en Bruselas contra el Partizan de Belgrado que sirve para ilustrar su libro de estilo y que le dio al Madrid una Sexta Copa de Europa que fue la última hasta hace bien poco. Un desmarque fulgurante, dos quiebros violentos y un toque sutil. Un gol que debería ser icono de la forma de entender el juego que acompañaba a Amancio Amaro y también al Real Madrid desde sus inicios. “La belleza del fútbol está más bien en el jugador que mata sus deseos de correr la pólvora y va desnudo a la velocidad”, escribió el olvidado Jacinto Miquelarena que distinguía lo perpendicular de lo barroco, la sobriedad de la pirotecnia. La magia de Amancio tenía un objetivo más allá de la estética vacía. Sus regates de bruixo eran salidas para continuar hacia un objetivo que no era otro que el gol. 14 temporadas en el Real Madrid, 1 Copa de Europa, 9 Ligas, 3 Copas de España, 2 veces Pichichi, 1 Bota de Bronce y una Eurocopa, ahora olvidada, de cuando España aún se llamaba España y no La Roja.

Nunca se escondió Amancio de los defensas que se cobraron en sus piernas la misma falta de piedad que él demostró por sus cinturas. Jamás pudo, ni quiso, dejar de arriesgar su físico. En aquél fútbol no existía el rival que le cediera un centímetro de césped sin armar la bota. Y no salía el Platini de turno a proteger de los defensas inclementes la magia del Balón de Bronce de cuando no los elegía el seleccionador de Qatar. Por valentía, la carrera de Amancio es el camino que lleva del catalán Torrens al paraguayo Fernández. En febrero de 1965, Torrens, en el Camp Nou, le mandó siete meses de la clínica al gimnasio porque “no había otra forma de pararle”. La prensa catalana acusó a Amancio de cuentista mientras su jugador se iba de rositas. En Junio de 1974, Fernández pareció que había conseguido retirarle del fútbol, en Granada. Una entrada salvaje por encima de la rodilla consiguió romperle el músculo cuádriceps. Al paraguayo le cayeron veinticuatro partidos de sanción. La cirugía y la férrea voluntad del gallego le devolvieron a los terrenos de juego hasta su retirada en 1976.

Como entrenador nos legó una generación de jugadores que en justicia debió llamarse “Los Niños de Amancio” y que incomprensiblemente acabó siendo conocida como “La Quinta del Buitre”. Los números y los datos sirven de poco para expresar el legado de Amancio Amaro pero conviene que las nuevas generaciones de madridistas sepan quiénes fueron y qué hicieron los hombres que convirtieron al Real Madrid en una leyenda viva y que no deben quedar olvidados en los archivos polvorientos del NO-DO. Deben ser sus voces y no otras las que nos hablen de la historia que ellos mismos construyeron, del espíritu que animó sus vidas deportivas y de la realidad de un club que se reinventa en la modernidad para recuperar su esencia. Amancio Amaro, El Brujo, mito viviente de una época en la que se cimentó una leyenda eterna.

El Equipo sin Alma (epílogo)

El Equipo sin Alma (epílogo)

 

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Por primera vez en la historia de la ciudad de Madrid, se produjo un recibimiento oficial a un equipo. A las diez de la noche del lunes, junto a más de diez mil madrileños, el Alcalde Pedro Rico acudió a la Estación de Mediodía a recibir al Madrid. A los sones del Himno de Riego los jugadores descendieron del tren que, una vez más, les traía de Barcelona. Hubo discursos y felicitaciones y desde allí, la expedición madridista, marchó hasta el Paseo de Recoletos donde el Club tenía su sede. Y, desde el balcón, Ricardo Zamora pudo arengar a los madridistas que abarrotaban el paseo. Los festejos y homenajes, que incluyeron banquete organizado por el Club a precios populares, se extendieron durante una semana.

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Pronto volvería a ganar el Madrid el Campeonato de España. Esta vez, en Mestalla, al Barcelona. A cuatro minutos del final, jugando el Madrid con diez y ganando 2-1, Zamora en una gran estirada detuvo un disparo de Escolá que entraba pegado a la base de su palo izquierdo. Aquel balón blocado abajo mientras levanta nubes de polvo en el secarral de Mestalla, sería a la postre la última parada de Zamora. Era 21 de junio de 1936. El día que muere la Primavera.

Equipo del Madrid en la Final de Copa de 1934.

 

Dedicamos este relato a Juan Marrero Pérez “Hilario”, interior. Menospreciado algunas veces por la crítica, fue héroe del Campeonato de España de 1934. Aún hoy, de forma inexplicable, no existe referencia alguna a Hilario en la página web del Real Madrid C.F. Uno de los nuestros.

 

 

Notas a las ilustraciones del Epílogo

 

1)     Recibimiento al Madrid en la Estación del Mediodía (Atocha)

2)     Ante la sede del Madrid en Recoletos.

 

Todas las ilustraciones pertenecen a la Hemeroteca del diario ABC

 

El Equipo sin Alma (y IV)

El Equipo sin Alma (y IV)

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Despachó el Madrid la vuelta de las semifinales con una faena de alivio, o quizá fuera que a Juan DEPORTISTA, al que seguimos en las crónicas de Chamartín, no le gustaba demasiado este equipo, al que hacía quince días había bautizado “el equipo sin alma” tan injustamente como demostraron los acontecimientos que sucedieron al empleo del epíteto, y estaría más a gusto con once madrileños rasos en la alineación.

 

 

Bajo una lluvia torrencial se adelantó el Betis a cinco minutos del final de la primera parte. Dos goles de Samitier en el segundo tiempo, el primero al recibir un balón que, despejado por el medio Larrinoa, rebotó en el árbitro Vallana, y el segundo rematando de tiro cruzado un pase de Hilario, sirvieron para que el Madrid resolviera a su favor la contienda.

 

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Para sorpresa de propios y extraños, en el campo de Buenavista, completamente encharcado, el Valencia, que a punto estuvo de perder el partido de ida en Mestalla, ganó 1-3 al favorito Oviedo, una de las mejores líneas de ataque del campeonato, en la que jugaba Lángara. Todos los goles llegaron en la segunda parte.

 

Madrid y Valencia estuvieron inmediatamente de acuerdo en que la Final del Campeonato de España se jugara en Barcelona. La considerable diferencia de distancia entre ambas capitales y Barcelona constituía, en aquellos tiempos, una sustancial ventaja del equipo levantino a la hora de desplazar seguidores a la final.

 

El domingo 6 de mayo, 50.000 personas llenaban Montjuich, el mayor estadio de España. Alrededor de 10.000 habían venido de Valencia. De Madrid había la mitad, a pesar de los esfuerzos desplegados y de los dos trenes especiales que, de acuerdo con el Club, pudo preparar la Compañía de ferrocarriles MZA.

 

 

Brú alineó a Zamora, Ciriaco Quincoces; P.Regueiro, Bonet, Leoncito; Lazcano, L.Regueiro, Samitier, Hilario y Eugenio.  Ni la línea media ni la delantera del Madrid estuvieron especialmente inspiradas. Tampoco el árbitro catalán Vilalta, que anuló un gol a Regueiro por un fuera de juego inexistente, pues el balón lo había enviado el valencianista Pasarín, y se comió un penalti clarísimo de Bertolí a Eugenio. En el descanso, con el empate inicial campeando en un marcador que las crónicas calificaron de justo a pesar de haber enviado Hilario un balón al larguero poco antes del tiempo reglamentado, hubo sus más y sus menos en el vestuario. Al principio de la segunda mitad, una indecisión entre Quincoces y Zamora permitió a los delanteros valencianistas adelantar a su equipo en una jugada en la que quedó lesionado el portero del Madrid. Al gol sucedieron momentos en los que pareció que el Valencia podría ganar la final. Pero el Madrid consiguió reponerse moralmente y por fin apareció su superioridad técnica. Veinte minutos de juego primoroso decidieron la final. El canario Hilario vengó el tiro al larguero haciendo un gol a lo grande, calificado de “gol de final”. Era el minuto veinticinco. Dos minutos después, Lazcano, finalizando una gran jugada de Samitier, envió un tiro cruzado a la derecha del portero, yendo el balón a las mallas tras golpear en el poste.

 

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Por su valor de referencia para la actualidad, reproducimos aquí dos de entre las las numerosas declaraciones recogidas al final del partido. El árbitro, ofreciendo unas explicaciones de su actuación que hoy le resultarían prohibidas:

 

 

Un joven directivo del Madrid, Santiago Bernabéu, que, con palabras dichas hace 79 años, nos demuestra que desde siempre, así cuando pierde como cuando gana, el Madrid ha criticado a los árbitros cuando lo han merecido:

 

 

Nota a las ilustraciones del cap. IV

 

1)     Durante el segundo tiempo, el meta bético Urquiaga detiene un balón por alto. En el viejo Chamartín, el Madrid juega con pantalón azul en deferencia al Betis.

2)     Disparo de Hilario sin consecuencias en el marcador.

3)     Gol de la victoria, obra de Samitier.

4)     0-1 para el Valencia. Quincoces cede un balón comprometido a  Zamora y los delanteros valencianistas se adelantan. El Valencia, pro cierto, juega de color burdeos con la señera.

 

Ilustraciones procedentes de los archivos del semanario Mundo Gráfico (vía web Historia del Betis) y Hemeroteca del diario ABC.

El equipo sin alma (III)

El equipo sin alma (III)

El cuarto partido de la eliminatoria certificó quién la había ganado en el tercero. Cuando el viernes 20 de abril, a la estela del capitán Zamora, saltaron al campo de Sarriá los Ciriaco, Quincoces, Pedro Regueiro, Bonet, Leoncito, Lazcano, Luis Regueiro, Samitier, Hilario y Eugenio, inmediatamente comprendieron que, a pesar de que el protocolo federativo les situaba de visitantes, jugaban como locales. El Madrid, después de años de hostilidad, se había ganado al público catalán superando con juego y coraje un marcador contrario y un arbitraje injusto.

Arbitrado por el catalán Castarlenas, el partido no tuvo color. “Se acabó el Athletic, –comenzaba su crónica telefónica el corresponsal deportivo de ABC- el magnífico conjunto, consumidos los restos de su energía en el partido del miércoles. Cinco temporadas gloriosas han venido a parar en esto: en el aniquilamiento total y absoluto ante el Madrid. El partido de esta tarde ha sido la liquidación de existencias bilbaínas. En vano los refuerzos de Urquizu, Petreñas y Uribe, acudiendo al S.O.S. de delegados y entrenadores en Barcelona, fueron incluidos en el equipo prescindiendo de los lesionados Castellanos, Pichi y Chirri. Eran remiendos que de poco habían de servir ante el vencedor moral del match anterior, que, pese al empate, era el vencedor técnica y físicamente.

Los de Bilbao se fueron al vestuario con dos goles en contra; en el minuto 32 Luis Regueiro, con un disparo que superando a Ispizúa golpea el poste y se introduce en la puerta, y en el 35 Hilario, que remató raso e imparable un pase de la muerte del extremo Lazcano , habían concretado el asedio a la puerta athlética. En la segunda parte el Madrid, lejos de reservar fuerzas para la semifinal a la que tan dignamente se estaba clasificando y cuyo primer partido debería jugar en 48 horas, aumentó la presión sobre la meta del Atlhetic. Convertido en un valladar, el defensa Cilaurren, fue el mejor jugador del Athletic.  Su labor, que el corresponsal ORS calificaría de heroica en ABC, no pudo impedir que, a cuatro minutos del final, el catalán Samitier subiera el tercer tanto al marcador, entrando decidido al remate del balón que Ispizúa, en una gran estirada, había despejado respondiendo a un formidable tiro cruzado de Lazcano. El cambio de hegemonía quedaba así refrendado por una goleada en campo neutral. “Tres ‘goals’ de diferencia reflejan válidamente este triunfo rotundo del Madrid” -concluye la crónica de ABC.

Inmediatamente después de terminar el encuentro, el Madrid, al que el calendario y los sorteos obligaban a jugar el domingo en un lugar tan distante como Sevilla, intentó que la Federación acordara un aplazamiento del primer partido de semifinales contra el Betis. No fue atendido.

Hoy, en días de Internet, low-cost de la aviación comercial y trenes de alta velocidad, debemos hacer un gran esfuerzo de imaginación para trasladarnos a los medios de transporte de los años treinta. De Barcelona a Madrid se tardan más de doce horas en el expreso nocturno que esa misma noche en la capital de Cataluña han tomado los jugadores del Madrid, después de tres durísimos partidos disputados en seis días, en Bilbao y Barcelona, contra el desde ahora segundo mejor equipo de España.

A la llegada a Mediodía, la mañana del lunes, los del Madrid desayunan en la cantina de la Estación, y directamente suben al rápido de Andalucía que en la noche del sábado les dejará en Sevilla, cuando llevan más de veinte horas encerrados en el tren, hace poco más de un día estaban en las duchas de Sarriá festejando el gran triunfo, y faltan menos de dieciocho horas para enfrentarse con el Betis.  “Es absolutamente inexactose ve precisado a desmentir ABC—  que a los jugadores del Madrid se les hayan ofrecido primas dobles, ni premios extraordinarios si vencían al equipo bilbaíno. Ha sido el triunfo un brillante resultado del entusiasmo y del amor propio de los jugadores del Madrid, que han puesto en las recientes luchas sus más fervorosos afanes. Conviene hacerlo constar así, porque ya se han lanzado especies, con la intención que es de suponer, acusando al equipo de la capital de haber sembrado a voleo el dinero entre sus jugadores. Y esto es falso: los jugadores han cobrado exactamente lo que tienen estipulado y que no es más que lo que hubieran ganado los futbolistas bilbaínos, en el caso de haber resultado victoriosos.”

A las cuatro de la tarde del domingo 22 de abril, el árbitro catalán Arribas dio el silbido inicial de un partido en el que, de creer a la prensa, nadie razonable daba un duro por el Madrid.

El primer tiempo se jugó con mucha intensidad. Tanta que el gran Jacinto Quincoces, que saltó al campo lesionado, hubo de ser atendido en la banda, sangrando abundantemente por la nariz –probablemente fracturada-, tras un encontronazo con el extremo derecho bético, Saro. Aún así, “los presuntos agotados –relataría Antonio OLMEDOse pasaron bien el balón, siempre excelentemente servido por la línea medular y principalmente por el centro, Bonet, de juego tosco pero práctico. Los avances del Madrid fueron más peligrosos que los béticos; en la mejor oportunidad del primer tiempo un gran disparo de Eugenio, con el que culminó una excelente internada, se fue al palo cuando el meta bético Urquiaga estaba ya batido. Pero, pese a esas mejores oportunidades blancas, los primeros cuarenta y cinco minutos  concluyeron sin que se moviera el marcador.

Después del descanso, los hombres de Paco Brú impusieron su táctica defensiva. El dominio bético era quizá agobiante, pero –repetimos- impuesto y por tal razón ineficaz”. Sin embargo, jugando al contraataque, apoyado en sus dos alas veloces, el Madrid superaría a los verdiblancos. Marcó el extremo Lazcano -que remató de cabeza el despeje del meta Urquiaga a tiro del interior Hilario- el primer tanto del Madrid, que ahora se aplicó con más ahínco a defender la ventaja”.

 

Un centro de Regueiro, paralelo a la línea de meta, fue desviado a puerta por el otro extremo, Eugenio, haciendo subir el segundo tanto al marcador cuando la segunda parte alcanzaba su mitad. Después,–finaliza OLMEDO su relato- puede suponerse: vigilancia redoblada del Madrid y final poco brillante por lo que a juego respecta, pero mucho por cuanto atañe a la inteligente actuación de los madridistas.

Sin título-1

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En las patentes condiciones de inferioridad en que las circunstancias le habían impuesto disputarlo, el Madrid afrontó el partido como lo que verdaderamente era: Un gran equipo. “En el Madrid no deben hacerse menciones especiales, toda vez que sin excepción se aplicaron los jugadores en la producción de una victoria que parecía imposible” –concluyó el corresponsal Antonio OLMEDO.

Por fin, después de una semana heroica en la que habían disputado cuatro partidos durísimos en Bilbao, Barcelona y Sevilla, superando a base de entrega y talento todas las dificultades, a mediodía del lunes 23 de abril de 1934, el tren devolvió a casa a unos futbolistas extenuados y maltrechos. Al tiempo del convoy entrar en agujas una multitud excitada y ruidosa abarrotaba el espacio que, todavía hoy, define la imponente cubierta de cristal y hierro fundido concebida por Alberto de Palacio para la estación de Mediodía. La afición madridista estaba allí para agradecer a sus jugadores los sacrificios que tanto orgullo y alegría le habían procurado. Como los toreros después de las faenas más señaladas, al descender del tren nuestros futbolistas fueron sacados a hombros, vitoreados por las más de cinco mil gargantas de los madrileños que habían acudido a recibir “a los suyos”. Al final, la ciudad de Madrid se había encontrado con su equipo. Tenía, ahora, una bandera en la que reconocerse; un alma con la que identificarse. La leyenda del Madrid había comenzado.

(Continuará)

El Equipo sin alma (II)

El Equipo sin alma (II)

 

El martes 10 de abril –los lunes no se publicaban diarios-  JUAN DEPORTISTA, cronista de ABC, calificaba al Madrid de “El equipo sin alma” en su relato del primer encuentro de la eliminatoria disputado el domingo en Chamartína este Madrid que reúne tantos excelentes futbolistas y carece , sin embargo, de ese espíritu de grupo, de la llama entusiasta que prende en un hombre y, contagiándose a todos, se ofrece en llamarada ardiente, que gana terreno contrario o se eleva  en una defensiva unánime y ardiente”

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¿Mal equipo el Madrid? No. –continuaba la crónica- ¿Conjunto capaz de superarse hasta alcanzar méritos de heroicidades? Tampoco. El Madrid se puede representar llanamente como la aglutinación de los futbolistas que destacaron en los más importantes Clubs de la Península. Contacto y proximidad, sin fusión. Proximidad que obliga a cumplir un deber, pero sin ese entusiasmo del que el Athletic ofrece el más acusado ejemplo. El Athletic tendrá menos equipo probablemente que el Madrid; pero el conjunto tiene alma. La que le falta al once de la capital, que por eso no es conjunto sino individualidades”  

 

Terminada la primera confrontación las sombras se cernían sobre el pronóstico de la eliminatoria. Este Madrid que el domingo no había sido capaz de batir al Athletic, a pesar de ganar en Liga por 3-0 en Chamartín había salido goleado de  San Mamés (5-1). Y como si no fuera bastante para justificar sobradamente el pesimismo que se había instalado en la afición, al dato del factor campo se sumaba el mal partido jugado por los blancos. Decididamente el partido no fue de seis pesetas, pero habrá que reconocer que la semana pasada lo parecía, había sido uno de los ácidos comentarios de la prensa, traduciendo la decepción de los espectadores.

 

Hasta bien avanzada la segunda parte, el equipo blanco -compuesto por Zamora; Ciriaco, Quincoces; Pedro Regueiro, Valle, León; Lazcano, Luis Regueiro, Olivares, Samitier y Eugenio– no había sido capaz de igualar el gol con el que, a la media hora de juego, Agustín Sauto Arana “Bata” había puesto en ventaja a los de Bilbao, al enviar a la red un balón que Lafuente, a pase de Gorostiza, había rematado al palo derecho de Zamora.

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Por fin, en el minuto 65, Olivares consiguió el gol del empate, al empujar a la red, en mitad de un barullo en el área athlética, un remate de Lazcano que también había rechazado el poste. Si hemos de creer a nuestro amigo Juan Deportista, el resto del partido, el Madrid, a pesar de dominar, fue blando. La media estuvo desvencijada, Olivares a la deriva, Luis Regueiro preocupado por los que le chillaban de la tribuna y Samitier, fallón, desperdició tres claras ocasiones de gol, aunque, con ánimo de criticar al resto de la delantera blanca, el cronista de ABC nos asegura que era el único delantero del Madrid que podía fallar los ‘goals’ porque sólo Samitier llegaba al sitio donde se fallan los tantos.

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La crónica únicamente salva del fracaso al trío defensivo, segurísimo, y a Pedro Regueiro del que nos dirá que hizo su más brillante encuentro. No extraña, pues, que Juan Deportista titulara su crónica “CON EL RESULTADO DEL PARTIDO ENTRE MADRIDISTAS Y ATHLETICOS LOS BILBAINOS TIENEN LAS MAYORES PROBABILIDADES DE GANAR LA ELIMINATORIA”.

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Así estaban las cosas cuando a las cuatro de la tarde del domingo 15 de abril, athléticos y madridistas saltaron al césped de un San Mamés que había “registrado la entrada de la temporada y de muchas temporadas, batiéndose de largo el record de taquilla con 82.000 pesetas”. En la línea media, Bonet había sustituido a Valle, que acabó el primer encuentro lesionado, jugando en el extremo izquierdo, pero el entrenador, Paco Brú, dispuso además varios cambios en la delantera del domingo anterior, y así Hilario Marrero y Emilín ocuparían los lugares de Lazcano y Olivares desplazando a Eugenio a  la banda derecha.

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Jugó el Madrid un excelente partido, sobre todo un gran primer tiempo. A los diez minutos abrió el marcador Hilario Marrero con un potente disparo desde fuera del área que el meta vasco Ispizúa, no fue capaz de detener. Un remate de Eugenio al larguero, a pase de Samitier, será la otra oportunidad más destacada del Madrid a lo largo de un primer tiempo completamente dominado por los blancos. En el segundo tiempo el Athletic avanza sus líneas y obliga a intervenir a Zamora en numerosas ocasiones. De una de ellas, a tiro de Gorostiza, afirma la crónica que “de haber estado en la puerta otro meta que no fuera Zamora el ‘goal’ hubiera sido inevitable” .

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Sin embargo el impulso del Athletic fue disminuyendo según transcurría el segundo tiempo y el Madrid daba la impresión de tener perfectamente controlada la situación. “El partido parece ya decidido. Los bilbaínos dan por descontado el triunfo del Madrid. Pero cuando menos se esperaba, Muguerza, seguramente en una corazonada, tira hacia el marco de Zamora que, en forma incomprensible, deja que la pelota entre en la red. En cualquier otra ocasión Zamora hubiera detenido ese tiro, pero cuando más falta hacía que lo parase, porque en él iba el empate del Athletic, no estuvo a la altura de su fama”. Faltaban dos minutos para que se cumpliera el noventa.

 

El Madrid no ha estado nunca más cerca del título de campeón que en la tarde de ayer, pues tuvo completamente vencido al Athletic resumirá al día siguiente AÑALA. La misma tarde del desgraciado empate que obligaba al Madrid a continuar peleando la más dura eliminatoria, habían quedado eliminados los dos clubes catalanes, el Español, cuya victoria por 5-3 frente al Oviedo en Casa Rabía no bastó para dar la vuelta al 5-2 que los asturianos traían de Buenavista, y el Barcelona, cuyo juego calificaron las crónicas de pobre y sucio, que al empatar a dos goles en el campo de El Progreso no superó el solitario gol del Betis en Las Corts. Con 3-0 en Mestalla, el Valencia apeó de la copa al Hércules (4-2) en una eliminatoria marcada por la violencia con que se emplearon los alicantinos. No cuesta imaginar el sabor de boca que, habiéndose visto clasificados, llevarían ahora los madridistas en el tren expreso nocturno que les devolvía a Madrid.

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Cuando el martes, camino ahora de Barcelona, volvió a tomar el tren nocturno, el Madrid ya conocía el resultado del sorteo de semifinales celebrado en la Federación. Emparejados Valencia y Oviedo, el Betis debería esperar para conocer su rival al resultado de ese desempate entre el Madrid y el Athletic Club que se celebraría el miércoles en el campo de la Carretera de Sarriá, que acudía a disputar el mismo equipo del segundo partido con las excepciones de Leoncito y Emilín que se quedaron en Madrid, entrando en la línea media Gurruchaga y volviendo Lazcano al exterior izquierdo.

 

Can Rabia presentaba un lleno absoluto –los reportajes gráficos nos muestran espectadores encaramados en los anuncios publicitarios- cuando a la cuatro de la tarde saltaron los equipos al terreno de juego. Los jugadores blancos, cantan las crónicas, actuaron con gran coraje, pero ello no fue suficiente para impedir que a los siete minutos Lafuente a pase de Gorostiza, batiera a Zamora. Flojeaba el centro del campo y la delantera del Madrid no estaba demasiado afortunada, y antes de la media hora el Athletic, esta vez por medio de Bata, que remata un gran centro de Lafuente, conseguirá el segundo gol, recibido con gran ovación por el público que abarrotaba Sarriá.

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Los madrileños, sin embargo, no se vienen abajo. El juego se endurece y llega un momento en que la delantera blanca domina completamente el campo rojiblanco. La presión del Madrid es cada vez más agobiante pero las oportunidades de Lazcano no se traducen en goles y “momentos antes del final del primer tiempo es Eugenio, que ha intercambiado su posición con Lazcano, el que falla inopinadamente ante Ispizúa.

 

En el segundo tiempo el Madrid incrementa su presión. A los siete minutos, Hilario, que está haciendo un gran partido, consigue el primer gol del Madrid al rematar solo ante puerta un gran pase de Luis Regueiro al que había enviado el balón su hermano Pedro. “Son las 5,10 de la tarde”, señala el momento la crónica de ORS. Poco después es Luis Regueiro el que rematando de cabeza un córner botado sobre el área del Athletic, marca el segundo, pero el árbitro lo anula. “Se produce un escándalo enorme y las fuerzas de asalto tienen que echarse al campo para impedir agresiones. El público durante largos minutos reclama el gol del Madrid, pero el juego se reanuda sin que el árbitro, Steimborn, modifique su decisión”. Ha sido una injusticia tan notoria que “cada vez que el árbitro se acerca a las márgenes del terreno  es abucheado insistentemente” por el público de Sarriá.

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El arbitraje parcial no consigue que el Madrid se venga abajo, al contrario. Los blancos redoblan su presión realizando un juego magnífico que termina por poner completamente de su parte a un público catalán que, en todos los enfrentamientos anteriores, había sido ferviente partidario del Athletic. A tal punto había llegado la parcialidad del público catalán durante la final del 33 que el Madrid consiguió que se derogara al acuerdo federativo por el que las finales entre el Athletic y el Madrid se celebraban en Barcelona. Por cierto que, al empatar en Bilbao, el Madrid había tratado de que la decisión se aplicara analógicamente a este partido de desempate, sin ningún éxito como puede verse.

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Por fin, cuando faltaba un cuarto de hora para el final del partido, Bonet corta un avance del Athletic y pasa a Luis Regueiro que le pone el balón a Hilario que, a gran velocidad, remata a cuatro metros de la puerta logrando el gol del empate. El marcador no se mueve ya hasta el minuto noventa y el empate obliga a disputar una prórroga de treinta minutos, durante la que los dos equipos dan síntomas de agotamiento, pero el Madrid, sacando fuerzas de flaqueza, pone en asedio la puerta del Athletic durante la segunda parte, sin conseguir deshacer el empate, resultado que obliga a disputar un nuevo partido para resolver la eliminatoria.

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Mientras centenares de socios del Madrid, que han escuchado la narración de los ‘speakers’ de la radio, enardecidos por una remontada épica a expensas de un arbitraje injusto, envían telegramas de felicitación al equipo, Santiago Bernabéu, delegado de fútbol, se pone al habla con los directivos en Madrid para gestionar el envío de los refuerzos que pueden ser necesarios para el cuarto partido.

 

Cuando por la mañana aparezca en ABC de Madrid la crónica del partido, Olivares y Emilín, que han viajado durante toda la noche, estarán en Cataluña. Quizás Blázquez y Leoncito, mientras viajan en el Rápido de Barcelona, estén leyendo “Mañana viernes el Athletic de Bilbao y el Madrid continuarán la batalla. El partido se jugará en Casa Rabía y esperamos que al fin se decida qué equipo deberá jugar el domingo próximo contra el Betis, que espera tranquilamente sentado a que pase por su puerta el cadáver de su enemigo”.

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(Continuará)

 

Fotos de ABC Hemeroteca ABC. Por orden de colocación

1.- Saludo de capitanes, Zamora y Chirri, en Chamartín. Comienza la eliminatoria.

2.- Tres defensas bilbaínos disputan a un delantero blanco un centro al área.

3.- Olivares y Samitier tratan de rematar un balón que despeja Ispizúa.

4.- Zamora ve como el balón rematado por Bata llega a la red.

5.- El Madrid salta al campo de  San Mamés encabezado por Zamora.

6.- Un momento de la batalla de San Mamés

7.- Caricatura de Hilario Marrero. Autor del gol del Madrid en San Mamés.

8.- Zamora no consigue despejar el balón. El Ath. se adelanta 2-0 en Sarriá.

9.-  Los Guardias de Asalto tienen que intervenir después del gol anulado al Madrid, que hubiera significado el empate.

10.- Hilario, autor de los dos goles blancos en Sarriá, se adelanta a un defensa vasco.

11.- Los equipos antes de comenzar la prórroga en el tercer partido.

12.- La portada de ABC da cuenta del tercer empate en la eliminatoria. Cilaurren despeja el balón, Ispizúa lo bloca y Samitier, en el suelo, se queja de un derribo.

 

El equipo sin alma (I)

Desde 1917 el Madrid no ganaba el Campeonato de España. Diecisiete años a la sombra del Club más poderoso, el Athletic Club de Bilbao, campeón las cuatro últimas ediciones, en dos de cuyas finales, ambas celebradas en el Estadio de Montjuic, había ganado al Madrid por la mínima.

Tras la final de 1930, resuelta 3-2 con un gol del vasco Lafuente en el minuto 115, la prensa vasca había acusado a los madridistas de comportarse con violencia extrema, aunque de los dos expulsados uno lo había sido a cada equipo. A la final de 1933, que el Athletic ganó 2-1 superando la inicial ventaja madridista, acudió el Madrid con un equipo completamente renovado. Sólo Lazcano, delantero y autor del gol madridista, había formado parte del equipo que disputó la final de 1930, en la que también marcó para el Real un tanto que, a la postre, no sirvió de nada.

11En el nuevo equipo del Madrid, junto al portero Ricardo Zamora, fichado en 1930 al Deportivo Español por 150.000 pesetas (valor casi equivalente al coste de la construcción del Campo de Can Rabía, en la carretera de Sarriá) brillaban los jugadores vascos, principal cantera del fútbol español. La inexpugnable defensa que ascendió al Alavés a primera división en 1930, fue fichada en bloque por el Madrid al año siguiente, donde destacaban el eibarrense Ciriaco y el baracaldés Quincoces. Hormigón del norte para escoltar al divino Zamora, sin duda, el trío defensivo más sólido jamás visto en el fútbol español. Santiago Bernabéu, delegado futbolístico del Club en aquella época, había promovido su fichaje en ejecución de una política, impulsada por Pablo Hernández Coronado desde la Secretaría Técnica, que superando visiones estrechas y castizas marcaría en adelante la filosofía y la esencia del Madrid ganador: Contar con los mejores en nuestras filas, sin importarnos el azar del lugar donde nacieron. “¿Y por qué de su región, y no de su provincia, o de su pueblo, o de su barrio? -escribiría Coronado mucho tiempo después, ya en la época de Di Stéfano, Kopa y Rial, ironizando tanto sobre el Athletic como sobre los aficionados que criticaban al Club por traer jugadores extranjeros- Con los jugadores extranjeros pasa lo propio. ¿Y por qué no? Cuando en el campo me arrebata una jugada ligada o un remate fulminante, no espero para entusiasmarme a que me llegue el recuerdo de la partida de nacimiento de los ejecutantes, aunque algún memo de esos que se creen los monopolizadores del patriotismo diga que a mí me falta”.

12Ese mismo año, coincidiendo con la proclamación de la República, el Madrid fichó a Olivares, delantero del Alavés, y a Luis Regueiro. Buen goleador pese a ocupar la posición del interior derecho, el irundarra contaba 23 años, la misma edad que tendría, cuando fue fichado al año siguiente, su hermano Pedro, que jugaba en la misma posición que hoy ocupa su paisano Xabi Alonso. Ambos hermanos jugaban en la Real Unión Club de Irún, uno de los más laureados equipos de la época, Campeón de España en 1918, 1924 y 1927. Allí habían coincidido con quien fue la primera gran figura de los de O’Donnell, el gran René Petit, que tras ayudar al Madrid a ganar el último campeonato de España que guardaba en sus vitrinas, había hecho el camino contrario al que, simbolizando el cambio de paradigma en el fútbol, hacían ahora los Regueiro.

13La nueva política del Madrid, que previamente había defendido la profesionalización del fútbol frente al amateurismo marrón que aplicaba el Barcelona con su tradicional hipocresía, y había sido un impulsor decisivo para la creación del campeonato de Liga, venciendo la inicial resistencia del conjunto catalán, opuesto a otro campeonato nacional, había provocado gran irritación en las dos regiones hegemónicas del fútbol nacional: Cataluña y el País Vasco.

Para un Barcelona en horas bajas, el Madrid representaba el enemigo exterior al que achacar la culpa de los propios fracasos, debidos a su incapacidad de adaptación a la evolución del fútbol como espectáculo de masas, que el Madrid había anticipado con acierto. El Barcelona se lo iba a hacer pagar años después, en 1936, cuando el fútbol dejara paso a la masacre como espectáculo favorito de los españoles, vetando la participación del Madrid en el campeonato catalán, que estaba a salvo de la contienda, a pesar de la conformidad del resto de los clubes de la Federación Catalana.

El Madrid era el enemigo jurado ancestral para el Athletic Club. Los bilbaínos reivindicaban una especie de derecho de pernada sobre los jugadores nacidos en Euskadi, y consideraban un atraco la política de fichajes de los blancos, que a la sazón jugaban en Chamartín de la Rosa, un pueblecito lindante con Madrid. El Athletic había llevado el enfrentamiento a la Asamblea de la Federación, donde su representante protestó airado, “Los jugadores los producimos nosotros y no es justo que nadie se los quiera llevar”, sin conseguir otra cosa que sufrir la respuesta mordaz de Hernández Coronado: “En cambio nos tenemos que llevar vuestro hierro aunque no queramos. Además, ¿No vais vosotros a los toros, a pesar de no producir toreros?”. Aunque ambos equipos estaban soportados por campos equivalentes de casi 18.000 localidades, claramente superadas por las 25.000 del campo del Barcelona, el Madrid era descalificado como el club del poder, el que recibía el apoyo oculto de los sucesivos gobiernos, el de los ricos, “el equipo del millón”, un club sin espíritu ni identidad, nacido de una ciudad de vagos, capitalistas y cortesanos, que, robando a los vascos sus propios recursos, se había apuntado el triunfo en las Ligas del 32 y el 33. A pesar de lo limitado de los medios de comunicación de masas de la época, la propaganda contraria debía haber hecho mella, pues tanto el Presidente Usera como Hernández Coronado señalaban lo paradójico de que mientras los equipos de fuera hacían sus mejores taquillas -y no había otra fuente de ingresos- con la visita del Madrid, por todas partes se le dispensaran los recibimientos más hostiles.

Los enfrentamientos tanto deportivos como extradeportivos, habían elevado al Madrid y al Athletic Club a la categoría de máximos rivales del fútbol español. Terminada una Liga de diez equipos, ganada por los vascos en la última jornada con dos puntos sobre el Madrid; y disputados los campeonatos regionales de los que se obtenía la clasificación para el Campeonato de España, los máximos rivales se dispusieron, una vez más, a resolver en la Copa la cuestión de la hegemonía del fútbol español.

Era el año 1934, y el Campeonato de España transcurría por fechas más tempranas que las habituales con motivo de disputarse durante el mes de junio la Copa Mundial de Selecciones en Italia. Como respectivos campeones regionales, el Madrid y el Athletic Club estaban excluidos de la eliminatoria de dieciseisavos. En la eliminatoria de octavos el Madrid eliminó con un rotundo 8-1 a un Ath. Osasuna que venía de apear por 3-1 al Athletic de Madrid. A su vez, el Athletic Club despachó al Zaragoza por un demoledor 10-2. Así, cuando, para fortuna de los restantes equipos, el sorteo de cuartos de final enfrentó al Madrid y el Athletic, todo el mundo consideró aquel duelo como la auténtica final anticipada.

(Continuará)