El País y Carlos Boyero condenados por vulnerar el honor de Mourinho

Por muy agresivo, por muy duro, por muy pasional que sea este deporte, y su ambiente, no podemos amparar opiniones atentatorias al honor de una persona, aún siendo una persona pública muy controvertida y cuestionada (reitero, a favor y en contra). Permitir al demandado, como madridista, que en una entrevista digital en directo y a tiempo real exprese su opinión imputando el término nazi al actor supondría permitir que la libertad de expresión amparara cualquier imputación, vejación o injuria que cualquiera pudiera verter de otra persona de ahí la procedencia de estimar la demanda porque desde luego ha quedado acreditado que la opinión expresada por el codemandado en su entrevista no tiene un interés público ni una relevancia informativa que pueda servir para limitar el derecho al honor.

No lo decimos nosotros. Es la Jueza de Primera Instancia de Madrid, Dª. María Isabel Ochoa Vidaur, en los Fundamentos Jurídicos de la Sentencia que condena a EL PAIS a eliminar de su página web las expresiones vulneradoras del derecho al honor de José Mourinho, y a Carlos Boyero a publicar a su costa, durante tanto tiempo como haya estado permitido el acceso a la ofensa, el fallo de la Sentencia bajo la cabecera de la sección de entrevistas digitales o de la sección de deportes, y a indemnizar en 6.000 euros a nuestro entrenador.

Agradecemos a nuestro socio Iván Matamoros, abogado director de la demanda de Mourinho contra Boyero y EL PAIS, la Sentencia -que describe a Mou como una persona “sin pelos en la lengua”-, y la transcripción del informe de la defensa de Mourinho durante el Juicio, para que podáis leerlos en la página de Primavera Blanca. Enhorabuena y gracias, Iván.

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Tardofranquistas

Alfredo Relaño, queremos suponer que estando sobrio, aunque a su columna de opinión no podamos hacerle soplar en el alcoholímetro, ha calificado a esa mayoría de madridistas que apoyamos a nuestro entrenador como ultras e “inteligentsia” tardofranquista.

Relaño dirige uno de los medios ruinosos del técnicamente cuasi-quebrado Grupo PRISA, que detenta el monopolio de la expedición de patentes de demócrata. Sin el nihil obstat de PRISA, nadie es demócrata en España.

Una vez más, Relaño no consigue sorprendernos. Se ha limitado a aplicar el Manual de Marginación Social del Disidente, por la vía de la degradación política, que tanta utilidad ha reportado, a lo largo de sus treinta y siete años de existencia, al mega lobby fundado por Don Jesús “del Gran Poder”.

En el caso de José Mourinho, la aplicación del manual comenzó por la utilización de su colaborador Carlos Boyero para denominar a nuestro entrenador “el nazi portugués”, y termina, de momento, con esta descalificación global de los madridistas que continúan fieles a Mourinho, en paralelo a la beatificación del ex-asesino Pepe.

A continuación reproducimos tres documentos que revelan qué estaban haciendo en pleno tardofranquismo (1974):

–  el jefe de Relaño, Juan Luis Cebrián, Presidente ejecutivo de PRISA, Click para ver

–  el propio Alfredo Relaño, Click para ver

el vocal primero de Primavera Blanca, Manuel Matamoros, un socio representante del Real Madrid significado en la defensa de nuestro entrenador. Click para ver.

De postre, por coincidencia con las fechas del último documento, no podemos dejar pasar la ocasión de reflejar gráficamente las actividades que esos mismos días ocupaban al Presidente de la Sucursal para expedición de patentes de demócrata del Noreste de España, más conocida como Fútbol Club Barcelona. El ejército desarmado simbólico de Catalunya ocupando El Pardo.

Ya sabemos: En caso de duda, periodismo.

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Un día cualquiera en PRISA

Abrir un periódico o hacer click en internet es un gesto fácil. No hace falta gran fuerza de voluntad, ni que sea un día especial. Es una costumbre, una rutina, y pocas veces el pensamiento se activa en modo de alerta. Lo que normalmente busca el lector es que le den la razón, o que le cuenten los hechos de forma que no se le atragante el café, ni se le corte la digestión. Quiere un relato conocido, con un mal, con un bien, con unos porqués bien delimitados y unas razones que pongan orden en el caos general de las cosas. Esta sensación se acrecienta en el fútbol, cosa grande y sagrada, y a la vez melodrama tremendista que se enrosca entre la exageración y el esperpento. Una religión en las páginas de variedades.

Los periodistas conocen —o intuyen— las bajas defensas con que el aficionado llega a las páginas de deportes. Ya cansados de la realidad, llega el cliente a la sección futbolera, más allá de las cuitas políticas, de la crisis, de la horrible economía y de la retahíla de los difuntos. Cruza el autodefinido y llega a la pelota. Nadie busca ahí la gelidez de la razón. En todo caso, y en un periódico como El País, el cliente quiere la presunción de estar del lado de los buenos. Quiere que se delimite el cuadrángulo de juego entre vectores morales de estirpe ideológica. Busca el demonio para echarle la culpa —porque siempre va todo a peor, y eso es inevitable— y busca un ejército de ángeles que aun así nos salvará. Un ejército de ángeles que sean como tú y como yo, gente normal, de la calle, del barrio, de Santa Coloma de Gramanet o donde diantres crezca la normalidad. Eso es jugar con las cartas marcadas, pero el cliente quiere que los dados caigan de su lado. Es entendible: al fin y al cabo, es el que paga.

jugadores fcb rodean arbitro

En algunos momentos de la historia reciente, esta formulación del fútbol en dicotomías ideológicas se ha hecho en El País de una forma grosera, explícita y hasta chabacana. Había editoriales en contra del supuesto equipo del gobierno, ridiculizando cualquier movimiento de su entrenador o su presidente que no contara con el plácet de la prensa. Había un columnista (Martín Girard) cuya única función era el agravio constante al famoso entrenador que vino a España para conculcar la belleza y la sabiduría del toque. Había escritores apostados en cualquier esquina disparando con munición caducada (y sin embargo efectiva, que a la columna va uno a rezar con su confesor habitual) contra el club de la meseta central y su cohorte de aristócratas predemocráticos. Y estaba el otro lado, el oasis catalán, con más valores de los que un hombre puede soportar sin echarse a llorar, y concentrado de las esencias de la otra España. La que nunca hemos acabado de conocer: plural, tolerante, llena de arte —pero no presuntuosa—, ganadora sin quererlo y arreglá pero informal. Era la resaca del Mundial, y el Barça-Selecció se convirtió en la única línea editorial posible contra la crisis. Mou era el pistolero que venía a acabar con todo lo santo. Tenía la apostura del malvado y trabajaba en las oficinas del último edificio del Antiguo Régimen. El Real Madrid. ¡Bang!

Andando el tiempo, Mou superó a Pep, el Real conquistó una Liga maravillosa y la línea editorial antimadridista se volvió más sutil. Un poco lo de toda la vida. Una inercia. La melodía antimadridista silbada por los chicos de la prensa y que tan fácil se contagia al aficionado incauto. Las bajas defensas al entrar en las páginas de deportes. La asimilación, por buena parte del madridismo, del relato culé/España plural como el único permitido si quieres ser parte de la manada. Y en España nadie quiere estar fuera.

El Madrid parece ser lo público, y todo el mundo está extrañamente de acuerdo en eso. Para las masas, es Estado, funcionariado incompetente, Guardia Civil y gabinete de crisis todo en uno. Con un poder que va más allá de los bancos y la Casa Real, el ciudadano le pide explicaciones. Quiere saberlo todo, quiere que demuestre su pureza, y quiere su autodestrucción, aunque se conforma con la humillación de cada día. En el bar, en la oficina, el Madrí le sirve al español para cumplir con el teatrillo de la sorna que lo libera de su maldición interior. Esta reverberación le llega al periodista (o quizás fue él quien la echó a andar), y el plumilla le da la forma adecuada: la exigencia constante. Exigencia de exquisito juego de posesión, de mediaspuntas allá donde crecieran, de fútbol de toque, de pureza en los fines y en los medios, de extremos como Dios manda, de entrenadores callados y respetuosos, de jugadores amaestrados, de contabilidad impecable, de fichajes ilusionantes, de austeridad galopante, de españolidad, de juventud, de experiencia, de hombres de club, de buenos chicos ejemplares, de chavales de la cantera y, en general, de una predisposición estupenda a poner la otra mejilla; ya que se considera que el único equipo Real tiene orígenes dudosos y una clara conciencia de culpa.

¿Cómo, si no, se puede ser tan poderoso?

Sirva de ejemplo la crónica de José Sámano del Real Madrid-Mallorca (5-2), que cumpe dulcemente con las especificaciones arriba expuestas. Es una victoria fácil del Madrid, así que no habrá ajustes de cuentas ni se rasgarán los velos del templo. Hay una manipulación suave. Quizás él ni se dé cuenta. Quizás sea sólo una inercia.

Así empieza:

“Se corrigió a tiempo el Madrid, que no tuvo chicha ni fútbol con la alineación experimental de José Mourinho y solo ganó juego y voltaje cuando el técnico rectificó al descanso. La diferencia entre el tránsito de Pepe como ancla en el medio campo y su regreso a la zaga en favor del triángulo Özil-Modric-Kaká, sin otro dique. Toda una portada en el Madrid, habitualmente proclive al músculo en esas zonas tan sensibles”.

Efectivamente. el Madrid se corrigió, aunque quizás lo hiciera el propio Mourinho —que, ¡oh cielos!, está detrás del Madrid no sólo en lo malo, sino también en lo bueno. Hace nada, contra el Barça en el Bernabéu, Pepe completó un encuentro espléndido en la media, pero se ve que Sámano ya tiene un primer vector que añadir a su cuenta de resultados. Pepe es malo en la media (y en general en cualquier sitio conocido) porque tiene músculo (a pesar de dar el pase de gol) y quién sabe qué cosas más. No hay análisis táctico que valga. Es así, y el Madrid tiene la exigencia de jugar con Özil-Modric-Kaká, y si pudierámos traer a Guti y a algún pintor renancentista de tendencias homosexuales, pues mejor que mejor. La media del Madrid ha sido durante años Xabi-Khedira, pero para Sámano somos proclives al músculo (como antítesis del amor, se figura uno) en zonas tan sensibles, tan clitoridianas como el centro del campo, donde se ha de acariciar el balón o se es un maltratador sin remedio.

“A ello contribuyó Mourinho, que alteró el guion titular con dos jugadores en posiciones postizas: Pepe no es el vicario de Xabi Alonso, y Morata, un ariete, solo puede ser un extremo casual”.

Recordemos que estos dos jugadores en exacta posición completaron contra el Barça un fenomenal partido. Y también, cómo se aplaude el que algunos equipos jueguen con piezas movibles por todo el frente del ataque. Y el tono, el tonillo autoritario y perentorio del crítico ante los pequeños desmanes del entrenador del Madrid. ¡Qué sabrá el tal Mou!

“Sin Khedira, Essien o pepes el equipo vio la luz. Curioso, con menos acero ganó en intensidad, primó el fútbol y el equipo se enhebró de maravilla en torno a Modric, único mediocentro, Kaká y Özil. Un Madrid con menos coraza que nunca”.

“El equipo vio la luz. Primó el fútbol. Con menos coraza nunca”. Qué lata con los entrenadores del Madrid, siempre a la defensiva. Esas alineaciones de la prensa deportiva como las que hacíamos de niño, con 150 delanteros y el buitre como mediocentro defensivo. Qué lata. Pero sólo con el Madrid; los demás sí que necesitan equilibrio, gente sufriente y táctica en dosis masivas. Primó el fútbol, como ganó el amor. La telenovela romántica del Madrid del mediodía de la prensa. Lo otro no es fútbol. Quizás sea lo nuestro.

“Y Pepe, un gran central, fue su metáfora”.

No hay más que hablar. El fútbol y sus metáforas que trascienden (como toda metáfora) de lo que se habla. Pepe, el ancla del neoliberal. Una moral que nunca se acaba de explicar. Pero queda en el aire. Como queda en el aire de quién es la culpa del Madrid, y cuál es la forma de llegar al Nirvana.

pepe higuain

En el cerebro semidormido del cliente, lo que queda al leer esta crónica rosa es una amalgama de ideas espumosas con un par de cosas muy claras: 1- Mourinho no le saca partido a una plantilla fenomenal debido a su carácter defensivo (malvado); 2- El Madrid siempre hace algo mal, siempre comete errores —no por ignorancia, sino por mezquindad—, hay una culpa detrás de todo y a su lado, una exigencia de virtud nunca saciada. Y hablamos de una cosa suave, aparentemente inocua, un día cualquiera con el diario El País bajo el brazo. Lo normal.

Ahora le vamos a echar un vistazo al artículo que escribió sobre el mismo partido el amigo Diego Torres: “Ráfaga demoledora“, se titula (DRAE: “demoler (tr.) Destruir, derribar algo material o inmaterial“; siempre los adjetivos, que nunca son inocentes).

“A diferencia de la plantilla del Barça, corta arriba y atrás, la del Madrid ofrece recursos más variados que no han sido explotados a fondo. El sábado, contra el Mallorca, el mánager José Mourinho desarrolló un experimento pionero. Apurado por la necesidad de remontar el 1-2, por primera vez en siete meses de competición alineó juntos a Modric, Özil, Kaká, Benzema, Higuaín y Cristiano”

Más de lo mismo dicho de forma explícita: “no han sido explotados a fondo”. Por supuesto —aunque aquí no se hable de ello—, el hecho de tener una plantilla magnífica y compensada, no tiene nada que ver con la buena dirección deportiva de Mourinho y José Ángel Sánchez. Es cosa de meigas y del cheque en blanco que el monarca nos firma todos los años. Lo bueno en el Madrid es azar, dinero, poder o política. Lo malo es consecuencia directa de la ineptitud de los dirigentes y entrenadores, y de un sustrato nefando en el Bernabéu. El poltergeist continuo que es nuestra historia. Y ahora además, con experimentos pioneros; aunque se recuerda todavía el último experimento de esta guisa en el Real Madrid 2004, que decidió jugar sin red de seguridad y tardó años en reponerse del susto. Pero un atlético como Diego Torres sabe bien dónde debe apretar para hacer que aparezca un dolor antiguo del madridismo. Ganas de hacer daño camufladas de preocupación por la pureza del fútbol y la historia del Madrid. Un frío conocido.

“Mourinho probó a Modric en el medio centro contra el Espanyol, el Celta y el Betis en la primera vuelta del campeonato, pero siempre le acompañó de un volante de brega: Khedira, Essien o Alonso”

Alonso, convertido en volante de brega desde que defiende a Mourinho. Antes, era un mediocentro total de la escuela donostiarra. Primero perdió la pluralidad al venir al Madrid, ahora ha perdido su condición de centrocampista y se ha convertido en un especialista defensivo. Si sigue más tiempo en Chamartín, acabará siendo un leñero de toda la vida que se dedica a estorbar a los rivales.

“Özil por sí solo es la bomba. Asociado a Kaká y a Modric se inicia una reacción en cadena de potencial apenas explorado”

Y éste es el final, un último consejo al mezquino madridismo: “jueguen con los que nosotros decimos que son buenos; encajen muchos goles; pierdan; y seremos todos felices”.